EL MERCADO DE MARACAIBO


Maracaibo, 1996



Kurt Nagel von Jess
Rotary Club de Maracaibo



"Viajero, si quieres conocer de verdad el alma de un pueblo, vete a su mercado".-


Del latín "MERCATUS", significa etimológicamente la contratación pública, o el paraje destinado a tales efectos y en días señalados; Es el sitio público destinado permanentemente o en días señalados para vender, comprar o permutar géneros o mercadería. Es la concurrencia de la gente, o es el privilegio de poder tener mercadería expuesta; es el pueblo, ciudad o puerto de mucho comercio; es el centro donde se concentra una abigarrada multitud de vendedores y compradores para el comercio y el intercambio de artículos indispensables para hacer más grata la vida.--

A su vez, “mercatus” viene de la palabra latina “MERX” que en Derecho Romano servía para determinar uno de los elementos fundamentales que constituían el contrato de compra-venta (la emptio-venditio), que no era otra cosa que el venditor (vendedor) debía entregar al comprador (emptor) a cambio del “PRETIUM”, el otro elemento fundamental ambos componentes de este contrato “solo consensu”, que quedó catalogado como tal dentro de la clasificación posterior del siglo décimonono hecho por los pandectistas alemanes. .-

EI mercado es la costumbre más generalizada y común quizás que se remonta a las primeras civilizaciones, encontrándose restos arqueológicos de estos sitios en las más antiguas culturas del mundo. Centro que servía de reunión no solo de mercaderes, sino de las asambleas populares, allí se constituían las lonjas de diversas clases, lo que determinó que se adornaran esos sitios con exposiciones de verdaderas obras de arte, estatuas, frescos, extensos pórticos, bellas avenidas y alamedas, en los cuales se ejercía una vigilancia jurídica constante por medio de los encargados de la aferición de pesas y medidas para que no se atentara contra la fe pública, que estaba allí en juego en todo momento.

Centro de actividades financieras, en sus bancos se va a encontrar la causa o el origen remoto del desarrollo del sistema que conjuga el capital, el interés y la usura, razón de grandes tragedias, dramas y comedias humanas; reunión de desocupados, lugar de chismes y de trafago de noticias, de paseo y de diversión, de exposiciones de artesanos y orfebres, el mercado, en fin, es el alma profunda de un pueblo cualquiera.-

Y el de Maracaibo, no fue distinto. Si la Plaza Bolívar fue el eje de su vida política, el lugar de su cerebro y de la toma de decisiones, la Plaza Baralt y su mercado a orillas de su lodoso lago, fue el alma de la vida económica de esta región, el estómago, las vísceras, el corazón de aquel incipiente villorrio.-

Remontándonos a su historia, su más antigua referencia la encontramos en 1816 cuando el Gobernador Militar y Político D. Pedro González Villa, Coronel de los Reales Ejércitos y Teniente Coronel del Regimiento de Cazadores de Castilla ordenó levantar el primero en un solar situado entre la orilla de aquel lago y la Calle del Marqués de Santa Cruz, que después se llamó la Calle Ancha y es hoy la Calle Comercio o Callejón de los Pobres. Para construirlo obligó a todos los rateros, borrachines, vagos y mal entretenidos que eran apresados a trabajar en ello. Medida drástica, pero de una tremenda y sana profilaxia social. Edificado de bahareque con techo de tejas, bastante largo, dividido en varios departamentos, sus ganancias eran destinadas para el sostenimiento del Hospital de Caridad de Santa Ana, actualmente el Central Dr. José Antonio Urquinaona, conocido también como “La Beneficencia” , mercado que el pueblo llamaba "Ventorrillos de González Villa".-

En 1866, el General Sutherland, el conservador y godo mulato, hijo natural del antiguo Cónsul Americano, Presidente del Estado, cuyo cuadro de tamaño natural pintado por Julio Árraga está colocado en puesto de honor en el Acervo Histórico del estado, entre el incipiente muelle y la Casa de la Aduana donde tuvo su asiento la vieja Compañía Guipuzcoana, el mismo lugar sobre la laja donde después estuvo la Casa Breuer Moeller & Cia. y está actualmente construida la antigua moderna sede del Banco de Maracaibo y la DIEX u ONIDEX, terminó un edificio de mampostería que antes había iniciado la Sociedad Directora de la Casa de Beneficencia, encargada del Hospital de Santa Ana, y que el pueblo bautizó entonces como "Ventorrillos Nuevos".-

En 1872, el General Venancio Pulgar, blanco, rubio, de ojos azules, de una familia de prosapia colonial, pero jefe de los liberales, todo lo contrario a Sutherland, su enemigo, ordenó construir otro en el Puerto del Piojo, ubicado en la Calle de la Marina cerca del Mercado del Lago llamado también del Pescado o de los Buchones, entre las viejas Calles de Páez y del Milagro, mercadillo donde atracaban los bongos que traían la paja, las moporas, las largas varas de mangle y las palmas de enea, y donde además se vendían burros, chivos, carneros y otros animales de tiro. El nombre le vino por un piojillo que traían aquellos pajizales resistentes a la humedad con los cuales se tejían las esteras o famosos petates; animalillos que se apoderaban de las partes pudendas de cualquier mortal que osara meterse en aquel antro. Su financiamiento se hizo con el producto de la renta de las salinas. AI principio, se establecieron unas tiendas de campaña, por lo que el pueblo bautizó el lugar como "Mercado de los Toldos", que luego fueron reemplazadas por casetas de madera, pero el proyecto, en definitiva, quedó sin terminar. Asimismo, en el año 1872, el mismo General Pulgar ordenó la construcción de unos pequeños establecimientos al lado del Mercado Principal cuyos beneficios donó para mantener el Hospital de Chiquinquirá y que el pueblo denominó "Ventorrillos de Venancio".

En 1884, el Concejo Municipal decidió asumir la construcción del nuevo mercado en el mismo sitio que ocuparon los Ventorillos de González Villa, los Nuevos de Sutherland y los de Venancio. Los planos fueron del Ing. Manuel Soto y los trabajos a cargo del Maestro Manuel Noriega. Este Mercado Nuevo fue inaugurado el 29 de marzo de 1886, conteniendo 60 ventorrillos y 198 puestos menores, prestando servicios ininterrumpidos durante 41 años, hasta el día 21 de julio de 1927, cuando, a las dos de la madrugada, se desató un tremendo incendio que acabó con el edificio y con los ahorros de más de cien familias que vivían de aquella actividad. Dicen las malas lenguas, que Vincencio Pérez Soto, a la sazón, Presidente del Estado, queriendo construir uno nuevo por el mal estado en que se encontraba el viejo, y encontrando la oposición de los ocupantes, decidió incendiarlo coma una medida para sanear aquel nauseabundo lugar, sin tomar en cuenta los riesgos que aquella medida implicaba. Gracias a Dios, salvo los desastres económicos, no hubo pérdidas humanas que lamentar. Este incendio, al propagarse había destruido los postes y cables eléctricos, y dejó a la ciudad sin luz y sin teléfonos durante varios días.-

Vincencio Pérez Soto terminó el Nuevo Mercado Central cuya estructura es la que existe actualmente en 1928. La Casa Breuer Moeller & Cia. gestionó su compra en Inglaterra; el encargado de la negociación fue el comerciante alemán Erich Rappard Morbotter y el constructor a quien se le encomendó la vigilancia y la dirección de su ensamblaje fue el belga León Jerome Hoet, el mismo que se encargó de la renovación del viejo Teatro Baralt y de otros edificios.-

EI viejo Mercado del Lago o de Pescado o de los Buchones, que se encontraba a orillas del Lago, entre el Mercado Central y el del Puerto del Piojo, fue reformado en 1920 y en 1921 durante la administración de los Generales Santos Matute Gómez y José de Jesús Gabaldón; pero con la ampliación del malecón, y la construcción del puerto en La Ciega desapareció definitivamente.-

EI Mercado Central, durante la gestión del Dr. Hilarión Cardozo, desapareció y fue trasladado al viejo Puerto del Piojo, en el sector del Puente España que cruza sobre el Caño del Manglar o Caño Grande. La gente, por esa moda esnobista típica del maracucho refistolero, en vez de seguir usando el mismo nombre, decidió formarlo Mercado de las Pulgas, creyendo quizás que imitando a los parisinos, el piojo subiría de categoría y la pulga quizás mas aristocrática le daría un cierto "cachet" cosmopolita a una buena idea y un buen propósito que lentamente se volvió a convertir en otro chiquero más de la deteriorada ciudad.-

Hoy, de lo que quedó de aquella estructura Art Decó comprada a los ingleses, traída por alemanes, ensamblada por un belga y construida por las manos y con el sudor de venezolanos, hace tiempo que dejó de ser mercado; y entre discusiones y decisiones, locas algunas, tontas otras, pero bajo la inteligente dirección del Arq. Espósito, al fin, parece que aquello pudo encontrar su destino, al convertirse en un curioso y práctico centro de arte que, llevando el nombre de una simpática caraqueña casada con un guayanés de vieja prosapia procera, que hizo de Maracaibo su cálido refugio para imaginar y soñar esculturas ferruminosas que ha regado por su tierra en una afanosa búsqueda de lo estético, esa gran mujer que es Lía Bermúdez, nos quiere dejar un recuerdo para rescatar bellas tradiciones e impregnarle al viejo y abandonado casco colonial una nueva vida, perdida hace ya mucho tiempo, i Ojalá que así sea !.