Los cementerios del Zulia


Julio Portillo




Una tarde hace mucho tiempo, pudo verse a una joven mujer, que se inclinaba sobre el borde de un puente fluvial. Se va a suicidar, murmuraron los curiosos. Qué va, es vanidosa, quiere verse en el espejo del rio, sentenciaron unas feas celosas.

Pero Ulpe Sumidigla, que era la joven que se arriesgaba arisca en el risco, ni se lanzaría, se regodearía con el reflejo. En verdad, sufriendo de amores concurría a la ría a lanzar al verde piélago, el delgado anillo de oro con que el que su inconstante amante había sellado victoria sobre su tierno corazón.

Al ver este último acto, los curiosos dedujeron que tiraba el anillo porque el oro no tenía ya ningún valor. Esta fábula de un olvidado autor antisemita argentino se confabula con el aserto de Krisnamurti que define el objetivo de las relaciones públicas, al reconocer la existencias de conflictos entre los hechos y la percepción de los mismos, vale decir, entre los hechos y las imágenes.

Refiero esto porque vengo a valorar el oro que hay en nuestros cementerios antiguos, que a diferencia del anillo de la leyenda nunca pierden su valor.

Vengo a hablarles de algo que la gente evita comentar. No se trata de la muerte, vengo en esta mañana como mensajero de nuestros muertos a decirles que ellos están llenos de vergüenza. Resentidos por el trato que se les da en los cementerios. Esos sitios que el patrimonio nacional los tiene abandonados y que son reflejo de las ciudades.

Pero no voy a abrumarlos con la historia de los cementerios en el mundo, ni en Venezuela. Brevemente me referiré a los cementerios del Zulia. No obstante permítanme recordar que la palabra viene del griego que significa lugar para dormir. Los muertos en muchas partes del mundo se enterraban en las iglesias. En Maracaibo, la Catedral, Santa Bárbara y Santa Lucía tienen lápidas en el propio templo o en su entorno donde se identifican esos difuntos.

En mis viajes por mundo, conozco 42 países, en algunas ciudades, como Paris, Roma, Buenos Aires, La Habana, Santo Domingo, Londres, Caracas, San Cristóbal y Ciudad Bolívar pude visitar los cementerios que guardan verdaderos monumentos en mármol admirables. En una oportunidad en Maracaibo gracias a la iniciativa de una dirigente estudiantil de nuestros tiempos de bachillerato, Maira Pacheco, recientemente fallecida, pudimos filmar un documental, los doctores Jorge Sánchez Meléan, Pedro Romero y este servidor sobre la historia del cementerio El Cuadrado de Maracaibo. De manera que el tema no me es extraño y en el primer tomo de mi libro Maracaibo, el Glorioso Ayer, pude dedicarle una página a los cementerios de la capital del Zulia.

Junto al Dr. Kurt Nagel von Jess, nuestro Cronista de Maracaibo pude facilitarle información al respecto al investigador Hanns Dieter Elschnig, checo residenciado en Caracas, quien pudo publicar una valiosa obra titulada Los Cementerios en Venezuela. Para este breve ensayo me sirvieron de mucho la información que sobre los cementerios tienen Luis Guillermo Hernández y Jesús Ángel Parra, autores del Diccionario General del Zulia, obra de la cual fui Curador y los libros “El Maracaibo de siempre” de Guillermo Bustamante Flores y San Francisco de nuestra historiadora Ada Ferrer.

El más antiguo de los cementerios actuales de Maracaibo es “el Cuadrado”, nombre que adquirió como se sabe por la forma de cuadrilátero. Se inauguró el 2 de noviembre de 1879. Hoy se encuentra abandonado. La Junta Administradora, después del fallecimiento de su titular María Lourdes Troconis, se encuentra en verdadera crisis. La Alcaldía de Maracaibo no le ha dado el verdadero valor que tiene este que debiera ser un Museo a cielo abierto de la ciudad. Imposible nombrar los hombres ilustres que están enterrados en ese camposanto.

Pero entre los antecedentes de esta necrópolis de Maracaibo, se encuentra el llamado Cementerio Colonial construido por el General José María Carreño en 1829. También tuvimos en la ciudad el llamado de los ingleses con la llegada de los extranjeros, ubicado en lo que se conocía como El Tránsito. En 1834 se fundó el Cementerio de los Alemanes, también conocido como el cementerio de los protestantes. En 1881, hubo un Cementerio en Santa Lucía. No encontré para este ensayo la verdadera fecha de la fundación del cementerio El Redondo, ubicado en la zona de El Paraíso, donde igualmente se encuentran enterrados varios hombres de la cultura zuliana. El 19 de abril de 1941 se abrió el Cementerio “Corazón de Jesús en La Limpia. Y el más moderno en la actualidad se llama Jardines de la Chinita, que cuenta con un diseño completamente distinto a los antiguos cementerios de Maracaibo.

Cabimas ha tenido cinco cementerios ubicados al oeste de Punta de Piedras, en el sector La Plaza, en la Carretera H respectivamente. Cementerios han tenido igualmente Los Puertos de Altagracia inaugurado en 1896, otro llamado Profano en San Carlos y Santa Bárbara del Zulia fundado en 1771. Igualmente hay cementerios en La Villa creado en 1778, que funcionó hasta 1952. Interesa recopilar datos para esta materia de los Cementerios de La Cañada y Machiques.

La Historiadora Ada Ferrer nos habla de Cementerios en el hoy Municipio San Francisco desde 1866 en Cristo de Aranza, otro creado en 1881, uno en 1884, hasta el ubicado en la llamada Plaza del Estudiante en 1923 y finalmente otro que data desde 1944.

Parece que como dice Titán en uno de sus versos “Las vanidades del mundo, las grandezas del imperio, se pierden en el profundo silencio del cementerio”. Efectivamente nuestros cementerios están en silencio, están en el olvido y como dice Mario Benedetti “el olvido está lleno de memoria” y nosotros como Academia de la Historia nos toca velar por ese patrimonio que se encuentra abandonado.