Discurso del Dr. Julio Portillo el 28 de enero del 2015 para conmemorar los Ciento Noventa y Cuatro Años de la Independencia del Zulia

Concejo Municipal de Maracaibo



Debo comenzar por exaltar la benevolencia de este Concejo Municipal que me ha seleccionado para pronunciar este discurso en fecha tan significativa y naturalmente también la de los compañeros Miembros de la Academia de Historia del Estado Zulia que propusieron mi nombre para llevar la palabra en la conmemoración de esta efeméride.

Pero debo confesarles que esta para mí no es una tarea fácil, porque en mi conciencia pondero lo que implica el planteamiento que a propósito de los Ciento Noventa y Cuatro Años que se están cumpliendo de la Independencia de la República Democrática e Independiente de Maracaibo y no de la in corporación a la independencia de Venezuela como se dijo en la invitación a este acto, voy a atreverme hacer por la calle del medio, como decimos cuando hay necesidad de hablar claro.

Sería ocioso de mi parte venir a repetirles a Ustedes todas las circunstancias por las cuales Maracaibo no se unió a la independencia de Venezuela del 5 de julio de 1811 y hubo de esperar diez años para hacer nuestra propia declaración el 28 de enero de 1821.

Este tema, Señores, ha sido ampliamente analizado a profundidad por honorables historiadores e intelectuales zulianos a lo largo de los años. Permítanme que les rindan un sincero reconocimiento a sus investigaciones, mencionando sus nombres: Marcial Hernández, Juan Besson, Manuel Dagnino, Guillermo Trujillo Durán, Tulio Febres Cordero, Pedro Guzmán, Carlos Medina Chirinos, Fernando Guerrero Matheus, Adolfo Romero Luengo, Vinicio Nava Urribarrí, Guillermo Quintero Luzardo, Gustavo Ocando Yamarte, Raúl Tomás López, Marisol Rodríguez Arrieta, Orlando Arrieta, Dilian Ferrer, Germán Cardozo Galué, Manuel Suzzarini, Rutilio Ortega, Marlene Nava, Antonio Márquez Morales, Juan Carlos Morales Manzur, Alberto Serrano, Arlene Urdaneta de Cardozo, Ligia Berbecí y pido excusas si me escapa algún otro nombre.

Voy a comenzar por mencionar que en la época de la conquista, nuestros aborígenes, a pesar de la positiva circunstancia del encuentro de dos mundos, dieron muestras de rebeldía ante lo que significaban los derechos humanos y la justicia distributiva. Se sabe que en 1607 se alzaron contra los españoles los indios Zapara por el asesinato a miembros de sus familias. Que en 1766 y 1799 guajiros y motilones protestaron con violencia por los impuestos que los españoles les cargaban solamente a ellos. Año ese de 1799, ya entrada la etapa colonial en que también los vecinos de Santa Rita intentaron deponer al Justicia Mayor Bernardo de Oquendo y es memorable el movimiento liderado por Francisco Javier Pirela, no solamente contra los españoles, sino por la creciente presencia de ingleses y franceses, que al igual que piratas holandeses comenzaban a interesarse en las riquezas de la región de Maracaibo, como se llamaba entonces.

Dos años antes de que llegaran a nuestras playas noticias del movimiento del 19 de abril de 1810 en Caracas, los llamados Hijos de Maracaibo en 1808 produjeron un manifiesto llamando a la independencia. Porque a decir verdad de las que se han dado por llamar Provincias de la Capitanía General de Venezuela, ninguna conspiró tanto con iniciativas propias como la de Maracaibo.

Y permítanme, Señores, que destaque una razón, poco analizada. El interior de lo que sería después llamado el Zulia, Gibraltar entre otros, fueron poblados por vascos y catalanes, que desde entonces se consideraron dentro de la propia España, verdaderas naciones, antes de que Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, contrajeran matrimonio y como verdadero tratado de derecho internacional público, hicieran posible el nacimiento de España.

En la etapa de la independencia de Venezuela, Maracaibo, no lo vamos a negar ahora, permaneció fiel a la corona española. De ello da cuenta el escudo de esta Municipalidad en la inscripción “fiel y leal” que exhibe su escudo. Pero sin dejar de señalar que había una inquietud autóctona por la independencia y de ello dan cuenta varios movimientos conspirativos como los de la Escuela de Cristo donde se reunían en la hoy Iglesia de Santa Ana desde 1812, patriotas maracaiberos. Las prisiones de Juan Evangelista González, Lucas Baralt, José Félix Soto y otros que ya en Maracaibo o Gibraltar vivían buscando el momento para la independencia.

Pero hay algo evidente a lo largo de nuestra historia: el Zulia siempre tuvo una propia capacidad espiritual, distinta al resto de Venezuela. El Zulia, Señores, tiene que recobrar esa convicción de que es un pueblo de destino. Por eso que importante es la actuación en 1812 de José Domingo Rus, Diputado por Maracaibo a las Cortes Españolas, cuando en Cádiz solicitó de viva voz que se nos diera a esta provincia la categoría de Capitanía General distinta a la de Caracas, que nuestra Iglesia Matriz recibiera el título de Catedral, que se nos diera permiso para crear una lotería, que fuéramos una sede episcopal y que tuviéramos una universidad. La historiadora Marlene Nava tiene mucha razón al decir que José Domingo Rus es nuestro primer regionalista y el tema de la Constitución de Cádiz lo ha desarrollado bien el Presidente de nuestra Academia de Historia del Zulia, Dr. Jorge Sánchez Meleán.

Y no nos incorporamos a la independencia de Venezuela además, porque a decir verdad en Maracaibo se vivía muy bien. El Gobernador Fernando de Miyares y su esposa Inés Mancebo eran queridos por el pueblo. Comenta el historiador Tulio Febres Cordero que de Maracaibo para Castilla en el siglo XVIII salió la primera exposición flotante con todos los frutos y productos que había en esta región, que tuvo fama desde Sevilla hasta Vera Cruz en México.

Invito ahora a los presentes a ponernos de pie para darle un aplauso a este Concejo Municipal, Cabildo de entonces, que el 28 de enero de 1821 declaró la independencia y nos constituyó en República Democrática e Independiente de Maracaibo. Aquí está presente con nosotros esta mañana, el Dr. Vinicio Nava Urribarrí, Individuo de Número de la Academia de Historia del Zulia, que en sus investigaciones ha descubierto dos referencias inéditas. Primero que nuestra acta es la primera en América que usa el termino democracia y segundo que cuando entonces a los ciudadanos no se les preguntaba sobre nacionalidad, sino sobre su patria, Rafael Urdaneta, último presidente de la Gran Colombia, cuando para extenderle el salvoconducto y salir de Bogotá, al preguntarle por su patria, dijo junto a su esposa y sus hijos con orgullo: MARACAIBO. Quizás por estos aportes únicos, es que el Dr. Vinicio Nava se ha empeñado casi hasta el fastidio, pero con razón y perseverancia, que esta Municipalidad acabe de poner avisos en este antiguo Paseo Ciencias, al cual se le dio el nombre de 28 de enero.

Y cuando fui Presidente de la Academia de Historia del Zulia, le pedí al Consejo Legislativo que declararan el 28 de enero día de fiesta regional, como lo es el 24 de octubre, natalicio de Rafael Urdaneta y el 18 de noviembre día de nuestra excelsa patrona la Virgen de Chiquinquirá. No les tiemble la mano a Ustedes, Señores Concejales, en volverle a pedir a los legisladores zulianos que ante la proximidad en el año 2021 de conmemorar el Bicentenario de la Independencia del Zulia, se decrete este día a partir del próximo año, como día festivo, no laborable. Justo sea reconocer que en esta proyección el Gobernador Manuel Rosales, decretó el 28 de enero como el Día de la Zulianidad.

Recordaba el historiador Héctor Silva Olivares que tenemos que formar en nuestro pueblo una conciencia autonomista. Y es que como dice Ortega y Gasset “La historia tiene que dejar de ser una exposición de momias y convertirse en lo que verdaderamente es un entusiasta ensayo de resurrección”. Por eso, deploro, que en la conmemoración del hoy, la Gobernación del Zulia, haya organizado actos donde no se hace mención al 28 de enero de 1821, día de la independencia del Zulia y se comience a hablar de zulianía y no de Zulianidad, como si verdaderamente no fuéramos una nación dentro de la nación venezolana.

En ese camino de la conciencia histórica, voy a establecer diferencia con los paisanos historiadores que hablan en sus escritos al tratar el tema de la independencia del Zulia, como una aspiración de la elite maracaibera. Precisamente, dice la historiadora Arlene de Cardozo que “El pertenecer a la República de Venezuela exigió a la élite maracaibera nuevas estrategias. Sus vínculos y solidaridades, fortalecidos por centurias, eran con las élites de los Andes, Cúcuta y Pamplona. Ahora, debían engranar en un juego político con una capital con la cual la influencias eran casi nulas. Situación aunada a los intentos caraqueños de mermar la autonomía provincial que mantuvo en “jaque” las relaciones entre el centro del país y su “ala occidental” que en momentos álgidos amenazaba por segregarse de Venezuela, incorporarse a Nueva Granada o constituirse en Estado soberano e independiente”. País que hubiera estado amurallado por las sierras de los Andes y Perijá, amén de su salida al mar por el hoy llamado Golfo de Venezuela.

Un pueblo como el nuestro que de 1670 a 1770 estuvo directamente administrado por el Virreinato de Santa Fe de Bogotá, que entramos a la República de Colombia de Bolívar como República de Maracaibo en igualdad con Ecuador, Colombia y Venezuela, que tuvo su propia Batalla Naval del Lago que está en el listado de las grandes batallas de su género dadas en el mundo, que se inician en 1571 con la Batalla de Lepanto; que al decir del Obispo Mariano Martí que pasó por aquí en 1774, escribe a la Santa Sede y describe esta ciudad como una gente diferente.

Una región que el viajero Francisco Depons en 1801 describe como un pueblo culto, porque desde 1784 tenía cátedras de gramática, retórica, filosofía y teología. Que envió batallones con el nombre de Zulia a pelear en la Batalla de Ayacucho y más tarde a finales del, siglo XIX en la independencia de Cuba. Que se enfrentó al poder Central el 24 de enero de 1848 cuando Monagas asaltó el Congreso y el único diputado muerto fue el del Zulia en la persona de razón por la cual nos separamos de Venezuela por tres meses, gracias a la valentía del Gobernador José Aniceto Serrano.

Que con el Gobernador Jorge Sutherland y Venancio Pulgar en 1869, replanteamos la independencia del Zulia. Que hemos recibido propuestas como la del Gobernador de Santander, General Vicente Herrera, en 1858, de crear el Estado Soberano del Zulia, que resistió con dignidad a los maltratos proferidos a la capital zuliana y a su universidad por Guzmán Blanco y Cipriano Castro respectivamente. Que le han quitado territorio para anexar poblaciones a Trujillo y Mérida. Tiene que ser entonces, Señores, este Estado una provincia muy venezolana, a pesar de esas heridas que nos han dejado cicatrices, pero tenemos derecho a seguir reclamando autonomía, que no es separatismo.

Por ello debo rendir en la mañana de hoy un recuerdo agradecido al Doctor Jesús María Portillo, que en esa lucha por una justicia equitativa en el manejo de nuestros propios recursos, cuestión que para el Zulia es irrenunciable, fue el primero que hace más de cien años se levantó en el Congreso Nacional para proponer la Ley de Asignaciones Especiales que le hacía justicia a la provincia venezolana.

Y es que Señores, no puede ser, que una región que no se daba abasto con sus muelles en 1905 porque exportaba productos a los Estados Unidos y Europa en materia de cigarrillos, sombreros, buches de pescado, plátanos, cacao y hasta madera con la cual incluso se hicieron las bases del Canal de Panamá. Que de sus entrañas ha salido petróleo, carbón, asfalto, productos petroquímicos, leche, carne, que incluso ha llegado a tener superficie, población y producto interno bruto mayor que el de países centro americanos y del caribe. No puede ser, que siga como un pueblo pordiosero, sentado en un cofre de oro, pero cuya llave está en Caracas.

Es que como dice Jesús Enrique Lossada “Y no censuro, sino que aplaudo, que se emplee el dinero de la nación en el fomento de sus pueblos sin distinción; lo que censuro es la falta de justicia distributiva para con el Estado Zulia. Es tradicional el olvido, el desdén y hasta la ojeriza con que casi todos los gobiernos han malogrado sus aspiraciones de mejoramiento. Falta mucho para que sean satisfechos los justos reclamos del pueblo zuliano”.

Señores, tenemos que despertar. El Zulia puso a temblar al poder central en 1967 con lo que se conoce como el “Bazurazo” cuando por la muerte de obreros del aseo urbano a manos de la policía regional, esta ciudad se paralizó toda. Ya se habla ante la situación actual del Táchira Heroico, cuyos habitantes se enfrentan a la dictadura que nos gobierna.

No queda otra. Porque no hay forma que gobierno y oposición entiendan que no puede haber dos países: Caracas y el resto de Venezuela. Todo lo deciden los amos del valle, que ahora no son aquellos que Domingo Alberto Rangel describió con nombres y apellidos en “La oligarquía del dinero”, sino los que usufructúan los grandes puestos públicos y los que se creen jefes de los partidos de oposición.

La provincia solo cuenta para describir los muertos de la cárcel de Uribana, el origen de la chicunguya en Maracay, los asesinatos en el territorio zuliano, los robos de los militares a los mineros de Guayana, la contaminación del Lago de Valencia, la ruina de los cafeteros de los pueblos andinos o de los cultivadores de cacao en Carúpano y del sur del Lago de Maracaibo, la penetración guerrillera colombiana en el Alto Apure y en la Sierra de Perijá, la ruina del turismo margariteño o la rebelión del heroico pueblo del Táchira.

El silencio de los valores intelectuales de la provincia en el campo de la política y la literatura es cada vez más asfixiante. La opinión del empresariado regional y del concejal provinciano es ignorada por el periodismo nacional y aun el propio periódico local prefiere concederle páginas enteras al dirigente nacional. En una palabra el criterio de los que viven provincia no cuenta. Fermín Toro hablaba en el siglo XIX de los mordiscos que el centralismo hace no solo a la economía de los pueblos interioranos sino a la propia biología de los pueblos del corazón de Venezuela.

Habría que sugerirle a muchos que relean los relatos de José Santiago Rodríguez, Lisandro Alvarado, Ramón J. Velásquez, Joaquín Gabaldón Márquez, Emilio Navarro, Landaeta Rosales, para que calibren lo que el patriarcado centralista le produjo a través de la Guerra Federal al interior de Venezuela.

Necesitamos entonces volver a promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia. La dirigencia política nacional padece de ceguera respecto a la tragedia que vive la otra Venezuela que no es Caracas. Los dirigentes políticos nacionales convierten en muchachos de mandado a los dirigentes locales. En cierto modo se ha trasladado el viejo concepto de metrópoli y colonias de España, a lo que es hoy Caracas y el resto del, país. Los apóstoles de la llamada revolución bolivariana que han dejado al país con las arcas vacías tienen que ser sustituidos a corto plazo. Ojalá que este movimiento venga de la provincia hoy impotente frente al poder central.

Si no se establece un sentido de equilibrio entre la capital y las provincias, estas terminarán buscando su propio camino. La provincia no es solamente un espacio físico de territorio, sino elementos económicos y culturales. La provincia no es algo estático. Nos está haciendo falta una sociología de lo regional para terminar con el dicho de “Caracas, es Caracas y lo demás monte y culebra”.

Voy a concluir, Señores Concejales, repitiendo lo que hace unos meses propuse formalmente en el discurso que pronuncié en el Teatro Baralt a propósito de los cuatrocientos ochenta y cinco años de la fundación de Maracaibo: los Municipios de Mara, Maracaibo, San Francisco, Cabimas y Lagunillas, deben unirse y le exijan al gobierno nacional, que los barcos que entren al lago sean con mercancías o a llevarse el petróleo, paguen un impuesto a estas Alcaldías, para que ellas puedan acelerar el bienestar de sus pueblos. Ojalá que esta proposición que hago no caiga en el olvido y la Alcaldía de Maracaibo se convierta en organizadora de esta idea.

Venezuela vive los peores días de su historia. Un gobierno militar ha arruinado el país. Un director de hospital, escuche bien, gana seis veces menos que un general. Maduro le aumentó el pasado diciembre el 45% el sueldo a los militares y al resto de los venezolanos el 15%. El 60% de las empresas del Zulia han cerrado. El Zulia ocupa el primer lugar en fiebres y diarreas. La región sigue en emergencia hídrica porque los habitantes del Zulia reciben agua cada 72 horas a pesar de vivir al lado del reservorio de agua dulce más grande la América del Sur, ese Lago de Maracaibo que mide 13.280 Km2 y que se encuentra abandonado.

Sería deprimente para nosotros seguir enumerando las calamidades que padecemos en esta hora en que este régimen del cual se dice está en su fase terminal. Estamos cansados de las frases obscenas de ese al cual el expresidente Pastrana de visita en Caracas ha llamado su paisano. Que era lo que nos faltaba.

Los zulianos tenemos que encontrar la fórmula para unirnos en esta hora menguada. Yo diría, que ante la crisis política, económica, moral y cultural que vive Venezuela debemos atrevernos a correr riegos. Tenemos que ser nuevamente los líderes de las autonomías regionales, porque es lo que le permitiría a Venezuela que sigamos juntos, porque no faltará quien buscando separarnos nos argumente que es mejor seguir solos que mal acompañados por el centralismo.

En tres pensamientos de intelectuales zulianos, resumo todo lo que hoy he planteado. Dice Jorge Sánchez Melean que “El zuliano es un regionalista a ultranza, no entiende su patria chica sino en función de su patria grande. No existe en Venezuela otro ejemplo de unidad orgánica como el Zulia”. José Rodríguez Iturbe apunta que “Hacer la patria es algo que no se reduce a fáciles desplantes de verbalismo patriotero, sino a demostrar en la existencia diaria nuestro insobornable amor por Venezuela”. Y lo dicho por Néstor Luís Pérez “es en las provincias donde están las reservas de Venezuela”.