PALABRAS DE APERTURA DE LA SESION DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DEL ESTADO ZULIA EN CONMEMORACION DEL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE ADOLFO ROMERO LUENGO.


9 DE ABRIL DE 2016.





JORGE SANCHEZ MELEAN.
LOS PUERTOS DE ALTAGRACIA




Hace exactamente un siglo, nació en esta villa procera de los Puertos de Altagracia, un hombre que a lo largo de ocho décadas de vida ejemplar, se convertiría en uno de los intelectuales zulianos más importantes del siglo XX en el país. Es por ello, que esta Academia de Historia del Zulia, no podía pasar por alto la conmemoración de los cien años del nacimiento de Adolfo Romero Luengo, quien fuera uno de sus miembros correspondientes; y ningún escenario mejor para hacerlo, que este terruño tan querido para él , pues aunque solo vivió en su suelo, sintiendo el arrullo de sus palmeras hasta la veinticinco años, siempre lo llevó en su corazón. No en balde, su casa de habitación en Caracas, lograda después de grandes esfuerzos y de una vida de honesto trabajo, no podía llevar otro nombre que Quinta Villa de Altagracia . Tuve la fortuna de conocerle, en unión de su familia desde mis primeros años. Desde mi niñez, su familia y la mía compartimos vecindad y profunda amistad, después de su traslado a Maracaibo a partir del año 1941, pues mi abuelo materno, con el que aprendí a visitar esta tierra, fue uno de los últimos puerteros de chaleco y leontina, en emigrar también a Maracaibo, lo que contribuyó a vincularnos mucho más. Después, la amistad continuó una vez que su numerosa y ejemplar familia se estableció en Caracas a partir de 1958. Es por ello, que puedo dar testimonio directo de su vida personal y familiar .Formó junto a su esposa Alicia Martínez un matrimonio cristiano ejemplar, que durante sesenta años, procreó 14 hijos que se prolongaron en 24 nietos y 7 bisnietos. Pero si ya esta tarea es por demás meritoria, en la vida de cualquier hombre, Don Adolfo no se conformó con ello, sino que nos dejó una amplia y sólida obra intelectual, con el gran mérito de haber sido un ser autodidacto, gracias a la superación que puso de manifiesto toda su vida.

Romero Luengo fue un periodista por vocación desde los 17 años, cuando se inicia en el Diario el País de Maracaibo, para continuar su carrera en Panorama, Diario de Occidente y la Columna, donde trabajó al lado de otro ilustre hijo de esta tierra quien también fuera miembro de nuestra Academia: Mariano Parra León. Luego en Caracas funda periódicos y revistas, escribe en medios como el Nacional y Resumen, llegando a ser directivo de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP). Pero como era tan difícil mantener una familia numerosa solo con el oficio periodístico, Don Adolfo se convirtió durante medio siglo en un funcionario público de primera línea, como secretario asistente de varios ministros de Justicia, del Trabajo y de Relaciones Interiores, muchos de ellos zulianos, en los años que hoy añoramos de la democracia venezolana después de 1958. Pero Romero Luengo, no solo era un escritor nato sino un hombre especialmente dotado para escribir obras históricas de trascendencia, robándole tiempo a su familia y a sus otras ocupaciones, como funcionario público. Por ello, es asombrosa su bibliografía y el número de publicaciones que recibieron, desde que en 1950 se publica su obra de 205 paginas “Bicentenario “crónica y compilación sobre la Virgen de Chiquinquirá, hasta la última, fechada en 1995, un año antes de su desaparición física, con el título de Trilogía Admirable de la Libertad, publicación de 220 páginas, con el auspicio de esta Academia de Historia del Zulia y prólogo de Ángel Emiro Govea, Presidente del cuerpo en ese momento. Entre sus obras destacan: Dimensión Física y Espiritual de la Patria (1955), El Padre Villalobos o la pasión del Bien Ajeno (1955), Biografía de Simón Rodríguez (1956), Maracaibo ,un poco de historia (1985), Bolívar y Urdaneta (1984), La Madre de Dios en el Zulia (1993) y su monumental obra Presencia Vital de Urdaneta en la Emancipación y el gobierno de Colombia, de 1284 páginas, en dos tomos, aparecida en 1981 con auspicio de la Presidencia de la República y después en 1982 y 1988 con auspicio de Corpozulia y la Universidad Rafael Urdaneta para conmemorar el bicentenario del héroe zuliano. Con motivo de estas dos últimas ediciones, en las que tuve algo que ver, experimenté la inmensa satisfacción de reencontrarme con don Adolfo, después de muchos años, pues ocupaba posiciones directivas en esas instituciones para ese momento. Ya él era un escritor consagrado que volvía a reencontrarse en Maracaibo, con el hijo de una familia que le tenía gran afecto, que lo recibía sin ocultarle su emoción, pues estaba consciente de lo que él significaba y de la trascendencia de su obra. Después de 1988 no volvimos a vernos en persona, aunque su palabra certera siempre estuvo presente en mis lecturas habituales.

Su obra pues, es extensa e indispensable para el estudio de la vida y obra de Rafael Urdaneta y de su relación con Bolívar. Y a toda ella, hay que añadirle, los prólogos que escribió a numerosas obras y los catálogos que concibió para múltiples exposiciones de artes visuales, faceta aun por explorar en su obra. Este hombre ejemplar, fue además, miembro correspondiente de la Academia de Historia Nacional, Secretario General de la Sociedad Bolivariana de Venezuela y miembro correspondiente de nuestra Academia de Historia del estado Zulia, entre otras muchas distinciones que recibiera. Es por ello entonces, que el centenario del nacimiento de Adolfo Romero Luengo, personaje de primera línea en la intelectualidad zuliana del siglo XX debía ser conmemorado, aun dentro de la austeridad republicana a que nos obliga en esta hora menguada del país ,la situación que atravesamos.

Debo finalmente a nombre del cuerpo, agradecer a todas las personas e instituciones que han hecho posible los actos que hoy celebramos, en este lugar tan querido para todos los zulianos: al Concejo Municipal del municipio Miranda, al Alcalde municipal, al colegio privado Adolfo Romero Luengo, a la Institución Mirandina, a la Orquesta Juvenil Rafael Demóstenes Puche de este municipio y al Panteón del Zulia y su directora Prof Angélica Reyes.

Agradezco asimismo, la presencia de sus familiares y amigos, de las autoridades municipales y de todos los sectores aquí presentes.

Pero como Adolfo Romero Luengo merece ser recordado con más profundidad y extensión que como lo he hecho en estas palabras de presentación, hemos designado para ello, a un destacado hijo de esta tierra y miembro correspondiente de nuestra Academia: al Cronista de este municipio Miranda Lic Julio Cesar Franco, a quien agradezco además en nombre de la Academia, todo su trabajo, para que estos actos que celebramos pudieran realizarse.

Con el acto de justicia que hoy celebramos, en recuerdo de un hombre ejemplar en todas las facetas de su vida, solo pretendemos lograr lo que Don Adolfo Romero Luengo nos recomendara en el epígrafe de su gran obra Presencia Vital de Urdaneta en la emancipación y el gobierno de Colombia la Grande:

“Refrescar la memoria
es como sentir en la
historia el alma de los
pueblos.”