LA NOCIÓN DE IDEOLOGÍA EN EL ANÁLISIS POLÍTICO DE WILLIAM H. RIKER Y DOUGLASS C. NORTH

(The notion of ideology in the political analysis of William H. Riker and Douglass C. North)


Recibido: 30/01/2016

Aceptado: 16/05/2016

Aceptado: 27/05/2016



Hernández, Noé
Universidad del Istmo, México.
noe.hernandez@flacso.edu.mx



RESUMEN


En el presente artículo se argumenta que un método adecuado para estudiar la noción de ideología en el discurso del análisis político, consiste en hacer explícitos los presupuestos filosóficos del concepto de racionalidad. Debido al sentido polisémico del concepto de ideología que adquiere en los distintos programas de investigación del análisis político, el artículo se limita a indagar en dos autores de esta tradición intelectual, a saber: la noción de ideología en William H. Riker y Douglass C. North. Así, a partir del examen de los trabajos de William H. Riker y Douglass C. North, se reconstruyeron los supuestos filosóficos del concepto de racionalidad que les asignan a los “agentes” dichos autores, con el propósito de establecer cómo se articulan sus nociones de ideología con su marco de referencia de racionalidad. Por una parte, en William H. Riker se estudió su idea de racionalidad establecida como una función de utilidad, no obstante, como se ve su idea de racionalidad instrumental se flexibiliza cuando muestra que en “el arte de la manipulación política” (heréstetica) la ideología, identificada con las preferencias políticas, se ve cruzada por el poder político, el cual determina las decisiones de los legisladores hacia un paquete específico de políticas. Por otra parte, en Douglass C. North se analiza su concepto de “racionalidad limitada” (tomado de Herbert A. Simon) para entender el papel que juega la ideología en la conformación de las instituciones, en específico de las llamadas instituciones informales que se ponen en práctica en un contexto histórico determinado. El artículo cierra con unas consideraciones finales encaminadas a establecer las relaciones epistemológicas entre racionalidad e ideología, no siempre explícitas en los programas de investigación del análisis político.

Palabras clave: análisis político, racionalidad, ideología.

 

ABSTRACT


In this paper we argue that an appropriate method to study the notion of ideology in the discourse of political analysis is to make explicit the philosophical foundations of the concept of rationality. Due to the polysemous sense of the concept of ideology, which takes in the various research programs of political analysis, the paper merely investigate two authors of this intellectual tradition: the notion of ideology in William H. Riker and Douglass C. North. Thus, from an examination of the work of in William H. Riker and Douglass C. North, we reconstruct the philosophical foundations of the concept of rationality in the conception of the “agents” these authors, in order to establish how their notions of ideology are articulated with its framework of rationality. First, in William H. Riker studied his idea of rationality established as a utility function, however, as we shall see, the idea of instrumental rationality is relaxed when we show in “the art of political manipulation” (heresthetic) its conception of ideology, identified with the political preferences, is crossed by the political power, this determines the decisions of legislators toward a specific policy package. Moreover, in Douglass C. North analyze the concept of “bounded rationality” (from Herbert A. Simon) to understand the role of ideology in shaping institutions, specifically informal institutions that are implemented in a particular historical context. We close the paper with final considerations aimed at establishing the epistemological relationship between rationality and ideology, not always explicit in the research programs of political analysis.

Key words: political analysis, rationality, ideology.

 

INTRODUCCIÓN


Nuestro estudio realiza una aproximación a los presupuestos filosóficos de la idea de racionalidad en William H. Riker y Douglass C. North, con el propósito de analizar el marco de referencia desde el cual construyeron su noción de ideología para el análisis político, según Hernández (2010). Para ello, se inicia con una idea básica de epistemología. De acuerdo con García (2000) podemos distinguir entre “teoría del conocimiento” y “epistemología”, esta distinción tiene razones históricas, pues la teoría del conocimiento se entendía como una rama de la filosofía especulativa, cuyo representante máximo fue Emanuel Kant, quien llegó a comprender la ciencia de Aristóteles, la geometría euclidiana y la física de Newton. Con el advenimiento de la lógica-matemática de Bertrand Russell y Alfred North Whitehead, la física cuántica de Max Planck, las geometrías no euclidianas de Bolyai y Lobatchewski, y la teoría de la relatividad de Einstein, se revolucionó el conocimiento científico.

En este contexto histórico de la ciencia es que se empezó a emplear el término de epistemología para designar precisamente “el estudio crítico de las ciencias” con la finalidad de determinar “su valor, su fundamento lógico y su campo de acción”, según García (2000). En esta línea de pensamiento, que traza históricamente García (2000) es en donde se ubican los trabajos de la “nueva epistemología” que nos describe Bunge (2006). En ese sentido, una de las funciones de la nueva epistemología consiste en “desenterrar los supuestos filosóficos (en particular semánticos, gnoseológicos y ontológicos) de planes, métodos o resultados de investigaciones científicas de actualidad”, según Bunge (2006).

Siguiendo la definición anterior de epistemología, articulamos nuestra discusión en torno a “desenterrar los supuestos filosóficos” de la idea de racionalidad en los trabajos de William H. Riker y Douglass C. North, punto de partida para el posterior desarrollo de sus investigaciones sobre el papel de la ideología en el ámbito político. Así, mostramos que tanto Riker como North consideraron relevante estudiar la ideología, pues asumían que la ideología era un tema central en el análisis político y tema de reflexión normativa en la teoría política.

Una tradición epistemológica en la ciencia política es la que se le identifica con el análisis político sustentado en los supuestos teóricos de la racionalidad instrumental de la economía neoclásica. Esta tradición de pensamiento tiene finas variaciones sobre los supuestos filosóficos de racionalidad, no obstante encontramos rasgos distintivos que comparten, por ejemplo, apoyarse en el pensamiento lógico-deductivo; el uso de modelos formales, ambos basados en el proceder axiomático de la matemática. Schmitter (2009) ubica en esta tradición intelectual a Anthony Downs, Thomas Schelling, Howard Raifa, Kenneth Arrow, Douglass C. North, Mancur Olson, Gary Becker, George Stigler, James Buchanan y William H. Riker.

El primer punto a destacar es que William H. Riker y Douglass C. North pertenecen a la misma tradición epistemológica. Ambos autores en el desarrollo de sus trabajos teóricos y empíricos partieron de una idea de racionalidad anclada en la teoría neoclásica de economía, aunque con matices en la forma de operar en la acción individual o colectiva de los “agentes”, como se muestra en el presente trabajo. En este sentido, Riker construyó la idea de razón instrumental para el análisis político más apegado a la tradición neoclásica en su vertiente ortodoxa; North avanzó en una idea de racionalidad construida a partir de los aportes de la ciencia cognitiva, especialmente en los trabajos sobre “racionalidad limitada” (bounded rationality) de Simon (1995).

Este trabajo se concentra en la noción de ideología de Riker en su idea de Herestética en donde se concibe a los actores políticos en un escenario de juegos estratégicos-ideológicos (Riker, 1982; 1984; 1986) y en North nos concentraremos en su idea de ideología en un escenario de “incertidumbre” (North, 1981; 1992; 2003). Así, el presente trabajo se divide en tres partes, una primera parte está dedicada a la caracterización de la razón instrumental en Riker, cómo se aparta de esta noción de racionalidad en sus trabajos sobre la manipulación política, en donde el lenguaje y la retórica son ejes centrales para entender los juegos de poder a través de la persuasión estratégica entre los actores políticos; la segunda parte atiende el desarrollo del marco de referencia de racionalidad en North, principalmente en sus últimos aportes con base en la ciencia cognitiva, para destacar como opera esta racionalidad limitada en las instituciones en su dimensión ideológica.

Como último punto se presentan consideraciones finales que permitan trazar caminos sobre la conexión epistemológica entre racionalidad y la ideología, que aporte posibles líneas de investigación sobre dicha conexión en los trabajos de análisis político.


WILLIAM H. RIKER: LA RAZÓN INSTRUMENTAL


En la primera mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado, Riker estudió el trabajo de Shapley y Shubik (1954) sobre la medición de la distribución del poder en el sistema de comités legislativos. En el trabajo de L.S. Shapley y Martin Shubik - apenas 6 cuartillas - en sus primeras líneas, arguyen que el propósito de la investigación consiste en aplicar “un método a priori para evaluar la división de poder entre los distintos cuerpos y miembros de una legislatura o sistema de comité”. De esta manera, Shapley y Shubik (1954) presentaban una herramienta matemática para medir el poder político.

El trabajo impresionó de sobremanera a Riker, principalmente por el uso del método matemático para medir el poder político (power index). Producto de esta lectura, Riker da inicio a construir un método basado en el razonamiento deductivo análogo al de la matemática. En un par de trabajos publicados en el Journal of Philosophy, Riker emprende la tarea de definir conceptos para estudiar la acción racional de los agentes (Riker, 1957; 1958). Lo que llama la atención en estos trabajos es la precisión axiomática con que define conceptos como eventos, situaciones y causas de eventos.

Apoyado en la epistemología de Russell (1972), Riker consideraba la acción de los actores dentro de un continuo espacial y temporal, nociones tomadas de la física. Para medir geométricamente el estudio de la acción de los agentes, concibió la idea de que los eventos se mueven dentro de un continuo entre la situación inicial y situación terminal.


Así un evento es “el movimiento y la acción que transcurre entre una situación inicial y una situación final, en la que solo los movimientos y los actores de la situación inicial (o los componentes en los cuales ellos están subdivididos o el constructo en el cual ellos están formados en el curso del evento) son incluidos en la situación final”, con esta definición Riker sentaba las bases lógicas para poder medir y observar la acción de los agentes, en otras palabras el procedimiento epistemológico de Riker consiste en edificar “enunciados formales”, para posteriormente “llenarlos” de evidencia empírica, esta forma epistemológica de proceder la describe de forma magistral Mario Bunge en los siguientes términos:

“La lógica y la matemática, por ocuparse de inventar entes formales y de establecer relaciones entre ellos, se llaman a menudo ciencias formales, precisamente porque sus objetos no son cosas ni procesos, sino, para emplear el lenguaje pictórico, formas en las que se puede verter un surtido ilimitado de contenidos, tanto fácticos como empíricos. Esto es, podemos establecer correspondencia entre esas formas (u objetos formales), por una parte, y cosas y procesos pertenecientes a cualquier nivel de la realidad por la otra. Así es como la física, la química, la fisiología, la psicología, la economía, y las demás ciencias recurren a la matemática, empleándola como herramienta para realizar la más precisa reconstrucción de las complejas relaciones que se encuentran entre los hechos y entre los diversos aspectos de los hechos; dichas ciencias no identifican las formas ideales con los objetos concretos, sino que interpretan las primeras en términos de hechos y de experiencias (o, lo que es equivalente, formalizan enunciados fácticos), según Bunge (2008)”.

Bajo este enfoque, Riker pretende fundamentar todas sus observaciones en axiomas, similar al procedimiento formal del método deductivo de la geometría clásica euclidiana, con el objetivo de “formalizar enunciados fácticos”. En esta primera etapa, el discurso de Riker se caracteriza por explicar los procesos políticos en lenguaje matemático. Para él la teoría se estructuraba en enunciados formales verificables en los hechos. En este horizonte epistemológico, Riker formula su teoría política positiva poniendo el énfasis en el individualismo metodológico, los micro-fundamentos, teoría de juegos, modelos espaciales, pensamiento axiomático en el tratamiento de la acción racional y generalización de los resultados Condorcet, según Bueno de Mesquita y Shepsle (2001).

Para Riker, las proposiciones se sustentan en valores de verdad – falso o verdadero –como pretendiera Russell con el principio de verificación. En esta línea argumentativa, Bohman (1992) sostiene que los científicos sociales adheridos a la teoría de la elección racional buscan una teoría que unifique la conducta social a partir de determinados principios generales. No obstante, el problema que se les plantea a los científicos sociales adherentes a la teoría de la elección racional es el problema de la cooperación social, pues el análisis de la elección racional pone el énfasis en la investigación de la suma de agregación de preferencias individuales. Siguiendo a Bohman (1992) la elección racional es una teoría que tiene carácter explicativo en términos de causalidad, pero solo bajo ciertas condiciones restrictivas de carácter institucional en que interactúan los agentes.

Riker tomaba la hipótesis de racionalidad de los trabajos de los economistas, principalmente de Anthony Downs, Black, Buchanan, Tullock, Olson y Niskanen. La hipótesis de racionalidad para Riker consiste en asumir que así como en los asuntos privados en el intercambio de bienes y servicios prevalecen las acciones de los individuos como el cálculo de costo-beneficio de sus decisiones, así también en el ámbito político los votantes, legisladores y burócratas actúan teniendo en cuenta el cálculo costo-beneficio de sus acciones estratégicas de poder.

Bunge (2007) considera que la elección racional impregna a la filosofía de las ciencias sociales de un extremo individualismo: “El individualismo todavía es una tendencia muy fuerte en las ciencias sociales y su filosofía. Tenemos como testimonio la microeconomía neoclásica y las numerosas teorías de la elección racional dentro de la sociología y la politología que imitan a las primeras y ejemplifican así lo que se ha llamado “Imperialismo económico’”, según Bunge (2007). A diferencia de Bunge y Colomer (1991) no considera que la racionalidad - como la búsqueda de la maximización de los beneficios por parte de los individuos- sea un asunto de carácter filosófico. Así Colomer en sus “Lecturas de Teoría Política Positiva” (1991) ubica su concepto de racionalidad como un componente del método y no como una construcción epistemológica, esto es, asume su concepto de racionalidad como algo dado.


Señala Colomer: “El cálculo que se supone que conduce a la elección individual entre alternativas disponibles requiere que los hombres y las mujeres tengan una capacidad intelectual de deliberación y coherencia; es decir, de racionalidad”, según Colomer (1991). El Colomer de las “Instituciones Políticas” (2007) flexibiliza esta idea de racionalidad a la luz de la teoría de la elección social en donde expone las “condiciones normativas” de la elección social:

“1) Aceptar la monotonicidad, es decir, renunciar a que exista una relación coherente entre las preferencias de los ciudadanos y la elección social; 2) aceptar que la elección social depende de preferencias individuales sobre alternativas irrelevantes que no pueden ganar la votación, y 3) una nueva interpretación de la condición inicialmente llamada ‘ausencia de dictadura’ para hacer aceptable la existencia de un actor (no automáticamente) decisivo”.


Riker afirmaba que el análisis de la política es “la ciencia de la conducta humana”, según Maske y Durden (2000). En ese sentido, una ciencia de la conducta humana requería de una teoría política positiva fundamentada en el uso de un método formal-positivo, en palabras de Riker: “Por formal, me refiero al uso de los símbolos de la teoría algebraica, en lugar de símbolos verbales. Por positivo, me refiero al uso de expresiones descriptivas en lugar de propuestas normativas.” según Bueno de Mesquita, y Shepsle (2001).Y agregaba Riker:

“Visualizo el desarrollo de la ciencia política como un cuerpo de teoría…similar al de la teoría neoclásica de los valores económicos. Parece ser que cierto número de proposiciones de la teoría matemática de juegos puede ser el fundamento para la teoría política. Por tal razón, mi principal interés en la actualidad es usar la teoría de juegos para la construcción de la teoría política”.

Tenemos así una construcción epistemológica en Riker de racionalidad acompañada de un método axiomático que fundamenta el aparato teórico del análisis político desde la ciencia política.


LENGUAJE, HERESTÉTICA E IDEOLOGÍA


En su trabajo de 1980 titulado “Implications from the Disequilibrium of Majority Rule for Study of Institutions” Riker traza como tradiciones metodológicas de la ciencia política dos horizontes culturales: 1) el estudio sobre las instituciones proviene de la cultura griega y converge en la Ilustración, los representantes claves son Aristóteles y Montesquieu; 2) la herencia cristiana provee la reflexión sobre las preferencias y los valores. Expone en una metáfora sugerente la idea de elección social, para ello Riker recurre al ensayo del poeta T.S. Eliot titulado The Idea of a Christian Society, según Eliot (1940) en donde enuncia que los valores cristianos se expresan como valores compartidos en las comunidades de la Edad Media, porque existe una coherencia de valores proporcionada justamente por la creencia colectiva en Dios.

El Riker de 1980 habría flexibilizado su idea de racionalidad y se hubiese aventurado a pensar el mundo de los valores y preferencias que configuran a las ideologías políticas. Para Riker, el estudio de la ideología en el análisis político se encuentra en los estudios de tres campos: a) en la opinión pública, b) la socialización política, y c) la representación política.

En la opinión pública se trata sobre los valores y las preferencias de los ciudadanos en materia política; en la socialización política se estudia cómo se crean los valores y las preferencias compartidas en la sociedad; y en la representación política se refiere a como las preferencias y los valores de los ciudadanos se traducen en decisiones públicas. Por otra parte, Riker observó en su estudio “Implications from the Disequilibrium of Majority Rule for Study of Institutions” que el desequilibrio de la regla de mayoría, no traduce coherentemente las preferencias individuales en decisiones colectivas, pues existe “manipulación” de las reglas, según Riker (1980).

La formulación sobre la manipulación de las reglas de mayoría, Riker, la expone en un trabajo de 1984 titulado “The Heresthetics of Constitution-Making: The Presidency in 1787, with comments on Determinism and Rational Choice”. Es precisamente la historia del Congreso norteamericano el laboratorio en donde Riker observa que los líderes políticos manipulan las reglas, a través del arte verbal para persuadir hacia una determinada dirección ideológica de preferencias políticas, en otras palabras, el manejo del arte de la herestética. Lenguaje, herestética e ideología se articulan para proveer de poder político a los líderes políticos.

Más tarde, Riker habría trazado, rescatando las ideas de los retóricos clásicos grecorromanos, los puntos claves de la funcionalidad del lenguaje, esto le permitirá señalar los motivos de la seriedad de atender el lenguaje como instrumento del análisis político, de esta manera sustentó que la lógica se enfoca en la verdad de las proposiciones, el arte de la retórica se concentraba en las estrategias de la persuasión, la función de la gramática consistía en la capacidad del lenguaje para comunicar, finalmente la herestética estudiaba el valor estratégico del lenguaje, esto es, cómo los agentes lo usan para manipular políticamente en la toma de decisiones ,según Riker (1986).

Así, los líderes políticos a través del discurso pueden imponer sus preferencias ideológicas, que pueden ser coherentes o no con los de la mayoría. Para sustentar sus argumentos Riker (1984) se apoya en la investigación histórica con el propósito de hacer evidente el arte de la manipulación política, reinterpretando la historia legislativa de los Estados Unidos. En estas indagaciones, por ejemplo, Riker de manera sistemática ordena los discursos de las diferentes posiciones políticas con respecto a la doctrina de separación de poderes. En el discurso de los políticos durante la Convención de 1787 se ponen en juego distintas posiciones estratégicas-ideológicas entre nacionalistas y separacionistas.


El nacionalismo americano se identificaba con el ideal de la separación de poderes. En el discurso “manipulador”, es decir, el arte de la herestética, James Wilson se pronunciaba a favor de la división de poderes en los siguientes términos:

“Si es esencial para la preservación de la libertad que los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial sean independientes, es esencial para el mantenimiento de la libertad que los poderes sean independientes entre sí. El Ejecutivo debería ser independiente de la Asamblea Legislativa, para que no dependa de los caprichos de esta rama de poder”.

La ideología política de James Wilson quedó plasmada en la tradición constitucionalista de los Estados Unidos, y como observa Riker, en el argumento sobre la división de poderes que se encuentra en el Federalista No. 51 de Madison.

Para 1986 Riker publica su obra titulada “The art of Political Manipulation” en donde presenta de manera más acabada su idea de herestética o el arte de la manipulación política. En el prefacio de esta obra, el politólogo de la escuela de Rochester hace la distinción entre herestética, retórica y lógica. Riker consideraba que la herestética estaba ligada a la retórica que es el arte de la persuasión verbal, pero a diferencia de esta la herestética era el arte de la manipulación política, el discurso del emisor de la herestética induce de manera estratégica a formar alianzas y coaliciones. En cambio, la lógica es el estudio del valor de verdad de las proposiciones, es decir, establece racionalmente si una proposición es verdadera o falsa.

De esta forma, la herestética es una nueva forma discursiva de estrategia política, agregando así esta modalidad discursiva a las clásicas formas discursivas de los griegos, cuya sistematización elegante se logró durante la edad media a través de las artes liberales del trivium y el quadrivium. El trivium era conformado por la gramática, la dialéctica y la retórica; por otra parte, en el quadrivium se agrupaban las artes de la aritmética, geometría, astronomía y música. Riker siguiendo la tradición de las artes liberales del trivium señalaba que la herestética no era ciencia, sino un arte, el arte de la manipulación política, así para Riker la práctica discursiva de la herestética no es ciencia –como su teoría política positiva-, sino más bien un arte consistente en inducir por medio de la persuasión a la toma de una posición ideológica.

Es claro que para Riker la ideología política de los jugadores se impone por medio de la manipulación discursiva. La imposición de una ideología es por medio del arte discursivo. Aquí podemos hacer una observación pertinente: por lo general cuando se estudia a Riker se pasa por alto esta riqueza conceptual e histórica del autor, y solo se detienen en sus argumentos más formales y axiomáticos, pero como se ha mostrado su interés por la ideología es a través del estudio de los juegos estratégicos-discursivos de los políticos, esta idea él la desarrolló en los juegos de poder de la arena legislativa, no obstante en otro libro póstumo sobre la retórica titulado “The Strategy of Rethoric” publicado en 1996, amplía su concepción de las artes discursivas con base en los juegos estratégicos, de ahí su memorable estudio sobre los discursos en las campañas electorales presidenciales en los Estados Unidos.

Cabe mencionar que en México, quien ha trabajado bajo el modelo de la herestética y la retórica de Riker es el investigador Moreno (2002), aplicado a las campañas negativas en México en la elección presidencial del 2000. Otro estudio empírico es el trabajo del historiador y politólogo inglés Iain McLean titulado “Irish Potatoes and British Politics: Interests, Ideology, Heresthetic, and the Repeal of the Corn Laws”, McLean (2002) que versa sobre las disputas ideológicas de la política de alimentos en Inglaterra en 1846.


DOUGLASS C. NORTH: INSTITUCIONES, IDEOLOGÍA Y CONTEXTO HISTÓRICO


En el trabajo de Instituciones, Ideología y Desempeño Económico de North (2003) el historiador de las instituciones afirma que “la teoría económica occidental neoclásica no cuenta con instituciones y, por lo tanto, es de poca ayuda en el análisis de las fuentes del desempeño económico” North (2003). De acuerdo con North, la teoría de la elección racional se apoya en los modelos neoclásicos a los que crítica por carecer de explicaciones históricas que den cuenta del desempeño de las instituciones en trayectorias de tiempo. Los economistas neoclásicos modelan a partir de aceptar la hipótesis de que el individuo es un agente racional aislado, que ordena y clasifica sus preferencias, y siempre maximiza su utilidad al momento de elegir.

Este individuo es racional y tiene información completa y se mueve en mercados competitivos perfectos. Pero no incluye a las instituciones –lo que implica incluir el contexto histórico de las mismas-, variable fundamental dentro de la teoría de costos de transacción para Douglass C. North. La definición de institución que North nos proporciona es la siguiente: “las instituciones son las reglas de juego en una sociedad; más formalmente, son restricciones creadas por las personas para dar forma a la interacción humana”. Y observa: “De esta manera, estructuran incentivos en el intercambio, ya sea político, social o económico. El cambio institucional da forma a la manera en que las sociedades evolucionan a través del tiempo y, de esta forma, es la clave para entender el cambio histórico”.

Es pertinente señalar que los argumentos centrales de North provienen de sus estudios históricos. En su autobiografía intelectual North (2005) sostiene que los instrumentos de la teoría neoclásica son limitados para explicar el cambio societal en Europa. Para ello North emprende su estudio histórico de larga duración, para usar el término del historiador francés Braudel (1981), que comprende los cambios económicos de Europa desde la Edad Media hasta el mundo contemporáneo, este estudio dio origen a su libro “Structure and Change in Economic History” North (1981), el capítulo cinco de este libro lo dedica justamente al estudio de la ideología.

North argumenta que las teorías económicas que se aplican a la realidad socio-económica son seleccionadas por sesgos ideológicos. Su argumento se apoya en el ensayo de Joseph Schumpeter, “Science and Ideology” de 1949; la ciencia, en ese sentido, no está exenta de prejuicios de carácter ideológico. El argumento de la pretendida neutralidad ideológica de la ciencia económica, como la llegaron a concebir los economistas neoclásicos se viene abajo. Desde otro ángulo, North toma del economista Frank H. Knight la distinción entre riesgo e incertidumbre. Knight (1921) define el riesgo como la situación en que la toma de decisiones se da en un contexto en donde la aleatoriedad con probabilidades son conocidas; la situación con incertidumbre se da en un contexto en donde la toma de decisiones se lleva a cabo con información aleatoria y con probabilidades desconocidas.

Por ejemplo, un inversor en la bolsa de valores toma decisiones con base en el riesgo. En el caso de la incertidumbre, el hombre recurre a sus creencias y valores para darle sentido de seguridad a sus acciones. El ejemplo con que nos ilustra North es el de las religiones, el cristianismo es un conjunto de creencias que permite darle seguridad al hombre frente a la incertidumbre, es una especie de protección en el nivel de las creencias individuales. Es con la incertidumbre como aparecen las ideologías. El comunismo en la ex-URSS es un claro ejemplo de como la ideología comunista fue una religión secular anclada en la “fe”, cabe mencionar que el filósofo polaco Leszek Kolakowski en su libro “Las principales corrientes del marxismo” de 1980, le da un tratamiento similar al que North le otorga a las ideologías, como generadora de valores en las sociedades.

En esta misma tesitura, cuando se le preguntó a Arrow – nos cuenta North- que si era posible introducir la incertidumbre en su teoría económica él contestó: “la teoría en este caso no podría ser formulada”, según North (1996).

La incertidumbre es –por decirlo de una manera- contrarrestada por la ideología, y precisamente es la variable ideología que no es tomada en cuenta en contextos de incertidumbre por los ortodoxos de la teoría de la elección racional, pues, parten de un modelo normativo en donde los mercados trabajan con información perfecta. Para North las creencias son “una descripción de cómo las personas aprenden para ponerse al día y son también modelos del mundo en que ellos están inmersos”, según North (1996).


Así, la variable ideología es parte de otro conjunto de variables que juegan un papel importante en el desempeño económico de un país. De acuerdo con North (2003) estas variables son:

“Primero está el costo de medir los atributos valuables de los bienes y servicios, o el desempeño de agentes en intercambio. Los derechos de propiedad consisten en un puñado de derechos; al grado que no podemos medir precisamente los atributos valuables de los derechos que se intercambian, los costos de transacción y las incertidumbres asociadas con las transacciones crecen dramáticamente…La segunda variable respecto al costo del proceso de intercambio es el tamaño del mercado, lo cual determina si se lleva a cabo un intercambio personal o impersonal…La tercera variable es el cumplimiento. En un mundo de cumplimiento perfecto, idealmente, una tercera parte evaluaría de manera imparcial (y sin costo) las disputas y otorgaría compensaciones a la parte afectada cuando hubiese violación del contrato. El oportunismo y las trampas no valdrían la pena en esta clase de mundo, pero esta clase de mundo no existe… [La cuarta variable] La ideología no solo juega un papel esencial en las opciones políticas, sino también es clave para las decisiones individuales que afectan el desempeño económico. Las percepciones individuales sobre justicia y las reglas de juego obviamente afectan el desempeño […] la importancia de la ideología es una función directa del grado en que la medición y el cumplimiento de los contratos sean costosos. Si se puede medir y hacer cumplir los contratos a bajo costo, entonces hace muy poca diferencia el que la gente crea que las reglas del juego sean justas o injustas. Pero dado que la medición y el cumplimiento son costosos, la ideología es importante“.

En ese sentido, desde el punto de vista del desempeño económico la ideología juega un papel vital, pues, contrarresta la incertidumbre. En otros términos, la ideología es una variable explicativa del desempeño económico de un país, pues simplifica la toma de decisiones en un entorno de incertidumbre.


MODELOS SUBJETIVOS E IDEOLOGÍA


Otra tarea que se propone Douglass C. North es realizar una crítica a la teoría política sustentada en la teoría de la elección racional. Como hemos señalado, para North el supuesto de racionalidad de la teoría de la elección racional proviene de los supuestos de la teoría de la economía neoclásica. La racionalidad instrumental supone que los individuos “poseen modelos correctos para interpretar el mundo que los rodea” North (1998). La crítica que sostiene North procede de las aportaciones epistemológicas sobre la conducta humana que aporta la ciencia cognitiva. Su crítica principal a la noción de razón instrumental en su versión ortodoxa neoclásica, la toma de un argumento de Herbert A. Simon:

“Si aceptamos los valores como dados y constantes; si postulamos una descripción subjetiva del mundo tal cual es; y si suponemos que la capacidad de procesamiento del decisor es ilimitada, entonces se siguen dos consecuencias. Primero, no necesitamos distinguir entre el mundo real y la percepción que el decisor tiene de él: él o ella perciben el mundo tal cual es. Segundo podemos predecir las elecciones que hará un decisor racional solamente a partir de nuestro conocimiento del mundo real, sin conocimiento de la percepción del decisor o de su forma de cálculo (por supuesto, necesitamos conocer su función de utilidad)”.

La propuesta de North es construir una teoría política desde la perspectiva de la teoría de costos de transacción. Esta teoría política se sustentaría en tres supuestos básicos: “1) la información es costosa, 2) los actores usan modelos subjetivos para explicar su entorno, 3) los acuerdos se cumplen solo imperfectamente (enforcement imperfecto)”, según North (1998). Observemos que en esta definición North habla de “modelos subjetivos”, la razón es que el punto de partida para la crítica de la razón instrumental se encuentra en parte en los descubrimientos de la ciencia cognitiva sobre la conducta humana.


En ese sentido, la ideología se entiende también desde los modelos subjetivos que conforman la estructura mental de los individuos. Desde esta perspectiva, North (1998) argumenta que:

“La ideología se encuentra en el corazón de los modelos subjetivos que poseen los individuos para explicar el mundo que los rodea, y contienen un elemento normativo esencial. Esto es, las ideologías explican tanto cómo es el mundo y cómo debiera ser”.

Es así como North formula una nueva concepción de ideología para edificar una teoría política que considere los modelos subjetivos como estructuras mentales que va más allá de la noción de racionalidad instrumental de la teoría de la elección racional.


Las implicaciones de esta noción de ideología es que permite explicar en “estructuras organizadas” como las preferencias de los individuos se agrupan para conseguir bienes comunes. En la Edad Media, la ideología de la religión expresaba un sentido de comunidad en el feudo, es decir, les proporcionaba una estructura organizada a los hombres, pero eso era posible porque los hombres de la Edad Media tenían modelos subjetivos en donde la creencia en Dios era algo dado. Con el advenimiento del mundo moderno se quebranta la estructura organizada de la religión en Europa, para decirlo metafóricamente con unos versos de T.S. Eliot:

“Porque yo sé que el tiempo es siempre tiempo y que el lugar es siempre y solamente un lugar y lo que es actual lo es en cierto tiempo y para un solo lugar, me alegro que sean así las cosas y renuncia a la vez a la sagrada faz y también a la voz entonces, como no me es posible pensar que he de volver me regocijo al tener que construir algo que me proporcione regocijo”.

Como el verso final del poeta T.S. Eliot lo expresa “me regocijo al tener que construir algo que me proporcione regocijo”, lo que se construyó en la incertidumbre de la modernidad fueron las ideologías políticas, religiones seculares que “proporcionan regocijos”. Así, las ideologías seculares se traducen en las corrientes liberales o conservadoras que sustentan el imaginario político de las democracias modernas.

Otra definición de ideología que proporciona North y que consideramos que aporta al debate de las ciencias sociales sobre la relación entre la agencia y la estructura es la siguiente: “la ideología es el esfuerzo intelectual por racionalizar los modelos de comportamiento de los individuos y los grupos”, según Morong (1994). En su ensayo “Shared Mental Models: Ideologies and Institutions” Denzau y North (1993) North retoma su crítica a la idea de racionalidad instrumental de las teorías económicas neoclásicas, argumentando a favor de una racionalidad sustantiva que tome en cuenta que los individuos actúan de acuerdo con modelos mentales que conforman mitos, dogmas e ideologías.

En el trabajo conjunto con Denzau, North señala que los modelos mentales son en cierto grado de carácter individual, que en procesos de cambios históricos interactúan con las ideologías y las instituciones. Asimismo, destaquemos que el término de “modelos mentales” es tomado de la ciencia cognitiva, como señala Searle (1996) que uno de los temas centrales de la ciencia cognitiva es el de la conciencia, al respecto escribe: “De las teorías neurobiológicas que he llegado a conocer, la elaborada de modo más impresionante, la más profunda es la de Gerald Edelman”.

Los dos libros que se discutieron son el tercero y el cuarto de una serie que se inició con Topobiología y Darwinismo neural. La intención de la serie es construir una teoría global del cerebro que sitúe la ciencia del cerebro en relación con la física y la biología evolucionista. El meollo de la serie es la teoría de la conciencia expuesta en […] ‘El presente recordado’ y resumida en […] ‘Aire claro, fuego brillante”, Searle (1996). Así, North ha incursionado en los modelos cognitivos para explicar las formas ideológicas que se van construyendo principalmente en las instituciones informales a través del tiempo, justamente, en estas los cambios son más lentos con respecto a las instituciones formales, pues las creencias, valores, propiamente las ideologías, rasgos distintos de las primeras, no se mueven tan rápido como las reformas legales de estas últimas, según Toboso y Compés (2003).


CONSIDERACIONES FINALES


La exposición presentada sobre la noción de ideología a partir de la construcción epistemológica de racionalidad en William H. Riker y Douglass C. North pretende ser una aproximación de carácter exploratorio. El interés del autor fue mostrar que los supuestos de racionalidad que se asumen como algo dado en los trabajos empíricos del análisis político tienen una construcción epistemológica muy rica y vasta en William H. Riker y Douglass C. North, que tiene que ser explorada en términos de sus supuestos filosóficos para conocer el rico andamiaje teórico en que ambos autores construyeron sus investigaciones.

Por lo general, los politólogos asumen supuestos sin hacer una revisión crítica para comprender desde que ángulo epistemológico se está analizando el objeto de estudio. Nuestro trabajo quiso aportar claves sobre esa construcción epistemológica de la que habla Rolando García y Mario Bunge. Por supuesto, nuestro trabajo tiene limitaciones en el sentido de que se tomaron solo ciertas obras representativas de los autores aquí estudiados, no obstante consideramos que es una aportación modesta que sirve de inicio para preguntarse de forma sistemática sobre las construcciones epistemológicas en autores claves en el análisis político, eso permitirá revisar los conceptos que comúnmente usamos en la operacionalización de la investigación empírica.

Por otra parte, encontramos que en los dos autores aquí estudiados –aunque con distintos recursos epistemológicos- consideraron la importancia de estudiar las ideologías en los programas de investigación empírica del análisis político. En el caso de Riker, por medio del arte de la herestética, y actualmente North por medio de las aportaciones de la ciencia cognitiva a través de modelos mentales en entornos de incertidumbre. Asimismo, observamos que en ambos autores para emprender sus programas de investigación se basaron en el conocimiento profundo de la ciencia y la historia. En William H. Riker la historia política de los Estados Unidos y en Douglass C. North en la historia económica europea.

Ambos autores han realizado aportaciones que han cambiado paradigmas en el estudio de la ideología y la han colocado como tema de interés en la investigación del análisis político y la teoría política. Finalmente, nuestro trabajo pretendió articular las concepciones epistemológicas de racionalidad e ideología como insumos teóricos del análisis político.


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