Juliana Ferrer
Douglas Romero
Caterina Clemenza
Universidad del Zulia
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Instituto de Investigaciones Económicas.
Universidad Rafael Belloso Chacín
Centro de Investigación de Ciencias Administrativas y Gerenciales
Maracaibo. Zulia- Venezuela.
El presente artículo desarrolla una contrastación teórica sobre las consecuencias del mundo globalizado en el protagonismo del trabajador del conocimiento o sujeto global; la importancia que tiene el componente ético en la actuación del mismo, así como la forma de lograr los cimientos de una dinámica cultural y una vida social y su forma de interactuar en un ámbito sin fronteras, buscando el logro de los objetivos organizados y su trascendencia dentro de la sociedad. En este sentido se destacan aspectos importantes relacionados con el principio de competencia global, lenguaje ético dentro del mundo global, relevancia del conocimiento, así como la responsabilidad social dentro del contexto donde ese sujeto global interactúa. Se concluye que existe una nueva perspectiva global de los sujetos involucrados en el proceso, concluyendo sobre la necesidad de asumir la responsabilidad por redescubrir dimensiones a su identidad y a sus formas de relación en el trabajo global, como consecuencia de un nuevo orden social; orden que garantizará su protagonismo en un tiempo no predecible, siempre que sean capaces de asumir el compromiso de esa responsabilidad social global.
Palabras clave: EGlobalización, Sujeto Global, Responsabilidad Social, Organización Global, Componente ético.
This paper develops a theoretical contrast the consequences of the globalized world in the role of subject knowledge worker or global, the importance of the ethical component in the performance thereof, as well as how to achieve the foundation of cultural dynamics and social life and how they interact in an area without borders, seeking the attainment of organizational goals and their importance in society. In this sense, important aspects include the principle of global competition, ethical language in the global world, relevant knowledge and social responsibility within the global context in which that individual interacts. We conclude that a new global perspective of the subjects involved in the process, concluding on the need to take responsibility for dimensions to rediscover their identity and their ways of working relationship overall as a result of a new social order ensure their role in not predictable, provided they are able to make a commitment to the global social responsibility.
Key words: Globalization, Global Subject, Social Responsibility, Global Organisation, ethical component.
Se habita en un mundo de acelerados y globales transformaciones que marcan el inicio de un nuevo siglo, donde el cambio tecnológico
constituye una parte importante o base de sustentación, tanto del incremento de la competencia, como del
proceso mismo de globalización, permeando dicho cambio a todos los momentos y relaciones del proceso económico
(Stay, 1995) y en particular del desarrollo a nivel de las organizaciones.
Así mismo los cambios nos han conducido a la era de la información y el conocimiento. Esta gran transformación
cambia muchos de los patrones de referencia, de las costumbres y hábitos, de las creencias y presupuestos
en la vida de los individuos y en las instituciones. Esta gran mutación reta la capacidad de supervivencia
y adaptación de ese individuo hoy, sujeto global, y obliga a encontrar renovados paradigmas para explicar
el mundo, el trabajo, la convivencia social y el destino humano (Siliceo, 1998).
El reto en el mundo interdependiente, está en desarrollar el conocimiento de la gente, hacer realidad un
desarrollo sostenido sobre la base de grupos de trabajo con las competencias necesarias para aprovechar las
ventajas y enfrentar los riesgos (Fernández, 1999), bajo la realidad de los retos de un mercado global, visualizado
dentro de un futuro incierto.
A partir de tal motivación, surge el presente artículo en la necesidad de estudiar el papel del sujeto global
bajo los cambios exigidos en el proceso de transformación; éste como forma de reflexión para tener presente
que tal proceso, es inevitable pero totalmente gobernable, por individuos que, conscientes del poder del
conocimiento, también sean son capaces de interactuar y tomar decisiones en el plano de una responsabilidad
convencida.
En ese amplio espectro, surge la necesidad de reconstruir el perfil del docente público en la República
Bolivariana de Venezuela, dada la agitación económica de los últimos años, la calidad y moral de la profesión
docente, la cual, ha sido objeto de una gran preocupación. Todo ello, justifica la realización de una investigación
con el propósito de determinar las bases epistemológicas que se requieren para la formación inicial de un
docente proactivo capaz de ejercer su acción pedagógica en los diferente niveles y modalidades del sistema
educativo en el contexto de la globalización.
La globalización es un proceso por el que los mercados y la producción de diversos países se hayan interrelacionados debido
al dinamismo del comercio de bienes y servicios, capitales y tecnologías. (Kung,1999). Tal proceso contempla
un nuevo reto, ya que se trata de un cambio estructural interno de las naciones desde el punto de vista de
su participación en los intercambios comerciales, pero también de una nueva repartición económica-política
surgida en el proceso de interacción.
Dicha interrelación ha desencadenado en la creación de una economía global independiente, caracterizada,
por un lado, como vigorosa y competitiva, y por el otro, por territorios desprovistos de valores e interés
para la dinámica del capitalismo global; conduciendo esto, a una diferenciación por bloques que se traduce
por una parte, en la participación creciente del capital, la producción y el comercio; y por la otra en el
intento desesperado por incorporarse a un proceso, para muchos desconocidos, dado la irrelevancia económica
que estos segmentos de la sociedad representan (Bauman, 1999, Castells, 1999).
A partir de tal realidad, surge la discusión sobre las consecuencias sociales de la globalización; destino
ineludible del mundo que afecta de manera irremediable a toda la humanidad y en donde la nueva libertad del
capital evoca los terratenientes de antaño, cuya único interés era el producto excedente (Castells, 1999);
sin embargo, tal comparación se hace irrelevante si se considera la liberación de responsabilidades de los
que pretende gozar el capital móvil de inicio del nuevo siglo (Bauman, 1999).
Por ello se hace necesario rediscutir ese sistema de relaciones para introducirse en otro donde la cooperación
(Martín, 2000), sea el factor fundamental, incorporando al trabajador del conocimiento, no como instrumento
destinado a obtener beneficios económicos, sino como un grupo humano global, dispuesto a lograr una integración
común de interés bajo el esquema de la cooperación, en el objetivo de asegurarse la estabilidad y permanencia
de la actividad que realizan.
Para asumir tal actitud es indispensable entrar al ámbito de la racionalidad, tratando de aportar criterios,
para lograr una relación coherente en las decisiones que tomamos dentro de cada contexto, económico, social
ó político; intentando hacer también una reflexión ética acompañada de una práctica en torno a la relación
entre valores y decisiones en los diferentes campos; en definitiva vinculándonos al ámbito de todas las actividades
de nuestra vida, pues en ella participamos dentro de numerosas organizaciones y en todas ellas estamos en
la tarea de decidir, bajo el ejercicio de nuestra libertad. (Ferrer, 2000)
Esta convicción ha abonado el surgimiento de las éticas aplicadas, y especialmente, las causas que han respaldado
este innegable auge son:
Los cambios provocados a nivel de procesos y estructuras en la nueva era global, reclaman una nueva concepción
de l sujeto global, representado por el trabajador del conocimiento (Guédez, 2000; Drucker, 1998); respaldando
nuevos modos de trabajo, y de relaciones con los sujetos que la realizan.
Estos cambios requieren mucho más que una simple capacitación del sujeto involucrado; Los usos innovador
es de la tecnología de la información tienden a suprimir esas divisiones tradicionales y unidades que antes
no guardaban comunicación (Joyanes, 1997). Las tecnologías de información también pueden cambiar el modo
en que se hace el trabajo, permitiendo que pequeños grupos de conocimiento, rijan todo un departamento, función
o instalación; proporcionando así a los individuos capacidad para servir a determinados usuarios, sin distingo
de fronteras.
Igualmente esta nueva tendencia aumenta el aporte de conocimientos de cada trabajador o sujeto global y
de grupos de trabajo, responsables de procesos completos sobre un objeto específico a resolver, simplificando
el trabajo por la mejora de intercambios de información, del fomento de grupos y sistemas de respaldo a la
toma de decisiones, permitiendo así la rotación de tareas, capacitación entrecruzada y crecimiento individual
en el ámbito operativo ( Gerstein, 1998; Joyanes, 1997).
En este nivel de la empresa, la tecnología de la información, suma a la creciente demanda del comercio y
fomenta la creación de nuevas instalaciones que exigen descentralización, elemento para el cual la formación
de un trabajador proactivo, será el reto dentro de las formas relación a establecer y la rapidez con la cual
se constituyen (Andrew, 1996).
Ese aumento de descentralización y empleo de equipos impondría a las organizaciones además, cierta presión
para eliminar niveles jerárquicos y supervisores, disminuyendo costos variables, pero aumentando el nivel
de exigencia para los individuos involucrados en la nueva realidad. Estos individuos comparten el control
de grandes instalaciones en calidad de miembros y tienen la enorme responsabilidad y compromiso basado en
un alto componente ético, para desempeñar sus obligaciones atendiendo a un nuevo concepto de eficacia (Chuck,
1999), donde se busque el mejor rendimiento, compromiso y actuación consciente sobre las consecuencias, en
la toma de decisiones asumidas.
Por supuesto, la dimensión trabajo asumida en esta concepción, tienden abarcar una interrelación creciente
con el conocimiento y aprendizajes creados, lo cual hace al trabajo más abstracto y menos físico. Además,
las aplicaciones de tecnología avanzada de información subraya la necesidad de habilidades en tiempos no
previsibles, dado que el conocimiento generado por esas nuevas habilidades se abre camino a un paso no perceptible
muchas veces por el sujeto global (Sut z, 1993; Chuck, 1999). Por ello, el reto está en gerenciar los procesos
a un ritmo capaz de enfrentar los desafíos previsibles y no previsibles, es un espacio no limitado.
Así bajo tal realidad, nace un nuevo ordenamiento de la economía mundial, la que requiere de una ética de
la responsabilidad real con un horizonte no previsible; ética que presupone unos ideales y valores, pero
también se pregunta de modo realista las consecuencias, particularmente negativas de las decisiones de carácter
gerencial, tomando cuenta cada una de ellas.(Kung,1999).
Puede afirmarse entonces, que los cambios tecnológicos generan los cimientos de la identificación ocupacional,
pero también amenazan. Esta amenaza nace de la capacidad de la tecnología de la información para sustituir
el saber y la pericia (Andrew; 1996), por la información y la habilidad (Chuck, 1999); además de las nuevas
formas de relación entre los sujetos globales que interactúan, no siempre conscientes de sus obligaciones,
frente al reto global ético (Cortina, 1992; 1997).
Entonces puede afirmarse que las aplicaciones de la tecnología de la información, cambian la tecnología
modular de la empresa y necesariamente están ligadas a la cultura, convirtiéndose en un apoyo u obstáculo
para su desarrollo. Además debe tenerse claro que, construidos los elementos internos de apoyo a la organización,
faltaría por evaluar las competencias de los individuos ligadas a la actividad donde potencialmente podrían
desarrollarse. (Andrew, 1996).
Por ello, la alta gerencia corporativa de las organizaciones tiene que hacer frente a los problemas de selección
y desarrollo de ese sujeto global, también llamado trabajador del conocimiento (Drucker,1999), pero hoy sujeto
no sólo comprometido con lograr una mayor rentabilidad para la organización, sino consciente y dispuesto
en la búsqueda de lograr un consenso básico ético (Kung,1999) o balance ético (Cortina,1997), indispensable
para ser exitoso en la práctica de una estrategia competitiva y sobre la base del uso de las nuevas tecnologías
de información, inmersas en una realidad ineludible.
Puede afirmarse entonces que, estamos en presencia de una economía global, nueva realidad para la historia,
distinta de una economía mundial; en ella la acumulación de capital, form a parte del nuevo contexto; es
una economía con capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria (Castells,1999).
Surge en este ámbito de la producción y competencia basado en la información y caracterizada por la interdependencia
global, una segmentación exclusoria como resultado de la incapacid ad por parte de algunas economías y de
sus trabajadores de incorporarse al proceso global (Pao Et al,1999; Castells,1999).
Tal es el caso de América Latina, quien ha hecho esfuerzos por incorporarse a la nueva realidad global.
En lapsos reducidos, la región ha conseguido cierta transformación en sus regímenes democráticos, ha articulado
una estrategia de desarrollo al exterior y ha ampliado el espacio de mercado con un crecimiento moderado
de sus economías (Castells,1999). Pero a pesar de ello, confrontan se rias dificultades, dado que se han
agudizado los niveles de pobreza y concentración del ingreso, se ha agravado la precariedad del empleo y
sobr e todo, se ha condicionado el nivel de vida a la coyuntura estructural de cada localidad; caracterizado
este contexto para muchos como la postergación de la equidad, bajo las nuevas relaciones de la economía global
(Morales, 1999).
Por ello puede afirmarse que dentro de este contexto no previsible para esta región y muchas otras en el
mundo, existen procesos dinámicos que convierten el sistema global en un espacio de semblante mutable (Gerstein,1998).
Según Castells, (1999) nace así, la denominada nueva división del trabajo, construida a partir de posiciones
diferentes en esa economía informacional, también llamada global; ésta posición atiende a la propiedad de
los grupos humanos sobre producción, recursos, conocimiento y/o información, pautados de la siguiente forma:
A medida que se profundiza la división internacional del trabajo y se perfeccionan los medios de comunicación, el conocimiento
tiende a convertirse en patrimonio universal (C astro, 2000). Cada vez es más fácil intercambiar, e incluso
apropiarse, de la información, pues los controles escapan a la velocidad y libertad con la que esta circula.
En esta nueva situación se global iza el conocimiento no sólo de las potencias tecnológicamente más desarrolladas,
sino también el de aquellos países que participan en determinadas fases del proceso, estableciéndose una
especie de interacción y retroalimentación, en la cual, si bien es cierto los países más avanzados siguen
controlando el conocimiento de vanguardia, las naciones menos desarrolladas pueden encontrar nichos de ventajas
competitivas (Romero, 2001).
Así, la división transnacional del trabaj o, la competitividad de las naciones está cada vez más condicionada
a la flexibilidad de sus economías y a su capacidad de reacción frente a los rápidos cambios tecnológicos,
determinados por las exigencias del también cambiante mercado (Romero, 2001; Vessuri, 1993).
Además, el conocimiento ha sido la base del desarrollo económico y social. A través de los grandes inventos
aplicados al cambio tecnológico el sistema productivo, los hábitos de consumo, las costumbres y, en general,
las relaciones de producción, han evolucionado a lo largo de la historia. Gracias al desarrollo tecnológico,
el ser humano ha ido adquiriendo un mayor control de la naturaleza y construyendo para algunos nuevas condiciones
de vida; aunque esta interacción (individuo-naturaleza) no siempre ha redundado en la plena satisfacción
de la s necesidades de la sociedad en su conjunto; si bien el conocimiento, en general, tiende a mejorar
las condiciones de vida de la población, no t odas sus manifestaciones logran el objetivo deseado (Castro,
2000; Casas, 2001).
En la actualidad, la circulación relativamente libre de información hace posible que muchas economías con
re cursos limitados, puedan acceder al conocimiento, casi al mismo tiempo en que este se produce. Este hecho
eleva considerablemente las posibilidad des de los menos desarrollados para mejorar su capacidad competitiva
en los mercados internacionales. La socialización creciente del conocimiento se constituye así en uno de
los rasgos característicos de la sociedad mundial en la actualidad (Joyanes, 1997).
Existe sin embargo, una tendencia estructural a la dispersión geográfica de las actividades de investigación
y desarrollo en el mundo entero. Cada vez más tecnología es generada por la combinación de las capacidades
innovativas de las empresas con desarrollo de punta, con las que existen en espacios menos desarrollados,
en la exacta medida en que éste crea las condiciones sistémicas para aprovechar esta inmensa oportunidad
histórica, que es el despliegue en escala mundial de la investigación y desarrollo de las empresas mundiales
(Castro, 2001).
Lo anterior impone el reto de desarrollar tecnologías apropiadas a las condiciones locales, con miras a
potenciar ventajas competitivas, que les permitan a los países en desarrollo insertarse exitosamente en los
mercados internacionales, sin tener que convertirse necesariamente en un simple apéndice tecnológico de las
empresas transnacionales. Y para lograr este objetivo se requiere un gran esfuerzo en materia de investigación
y desarrollo, y mucha creatividad (Castro, 2001).
Nos encontramos ante una verdadera revolución del conocimiento. Se estima que en los últimos treinta años,
en los países más desarrollados se ha producido más conocimiento que en los cinco milenios anteriores. En
la actualidad cada cinco años se duplica la información disponible y esta banda tiende a acortarse cada vez
más. El principal vehículo de propagación momentánea de la información, desafiando las nociones de tiempo
y espacio, son las llamadas redes de información internacional (Chuck, 1999; Joyanes, 1997).
Así el llamado proceso de globalización, influido por la vanguardia del conocimiento en todos campos, está
modificando profundamente la estructura socioeconómica, política y cultural del mundo, al punto que parecería
que estamos entrando en una etapa cualitativamente nueva del desarrollo histórico. La globalización de la
economía y del conocimiento, gracias a la relativa facilidad de acceso a la información y del perfeccionamiento
de los medios de comunicación entre las naciones, abre nuevas perspectivas de inserción competitiva a los
países menos desarrollados en el nuevo orden económico internacional (Lester, 1996).
Esta nueva situación nos afecta como individuos y como integrantes de diversos grupos. La vida social experimenta
profundas perturbaciones impuestas por los cambios sucesivos y tan acelerados que no permiten muchas veces
la reflexión serena acerca de las nuevas circunstancias (Casa, 2001).
En la búsqueda y creación del conocimiento el nuevo escenario propicia la actividad interdisciplinaria.
Es cierto que todo trabajo científico tiene sus raíces en trabajos anteriores y en descubrimientos hechos
en otros campos y aunque esto se da con mayor incidencia en nuestra época, de alguna manera esta interdisciplinariedad
si empre estuvo presente (Casa, 2001; Vessuri, 1993).
Frente a estos cambios se requiere actualizar la concepción y las funciones de la educación en general,
lo cual implica la realización de cambios estructurales, ya que la dinámica actual impulsa a pasar de una
escuela estática y dedicada en forma casi exclusiva a las funciones de transmisión del conocimiento, a una
escuela dinámica e integradora de sus funciones básicas (Carmona, 1991).
De la misma manera que los cambios del entorno obligan a los sujetos a introducir modificaciones en el proceso
de su formación, no cabe duda que ante la multiplicación de todas las actividades, y por ende, del crecimiento
de la información que se produce, la tecnología ha venido a auxiliar para resolver los problemas de manejo
de la misma que se plantean y en este sentido es necesario tener presente que la tecnología es eso, una auxiliar
en el manejo de la información y que es necesario evitar sobrevalorarla por encima del contenido mismo de
la información.
Así, las tecnologías de la información permiten a cada sujeto global, ejecutar su propio estilo de aprendizaje;
buscar conocimientos e información al otro lado del mundo; poseer tuto res electrónicos en distintas partes
del ámbito de la tecnología. Con ellos, podrá intercambiar opiniones, enfoques, teorías, y lo que es más
importante, podrá retroalimentar sus propias investigaciones (Ávila, Et Al, 1997).
Reinsertar la ética en el marco de la decisión y de la acción humana es una importante tendencia reciente
en muchos pensadores, que confluyen en el campo de la ética y en el paradigma antropológico que une lógica
y ética en la acción y en la responsabilidad del ser humano (Cortina, 1993; 1996).
En un mundo globalizado e intercultural, como el vigente, la ética ha pasado a ser ahora saber de convivencia
, por cuanto la convivencia en primer término tiene un valor absolutamente decisivo, es el único régimen
posible de la vida. Es un concepto imposible, desde el punto de vista lógico y también material, la vida
solitaria, la vida aislada (Martín , 2000). Vivir es convivir, por lo tanto aprender a convivir es la base
para una propuesta en cualquier ámbito de la sociedad, sobretodo en un mundo global e intercultural.
El mundo global construido desde una propuesta fundamentalmente económica, es un mundo que tiende a homogeneizar
de acuerdo a los factores de poder una experiencia científica, tecnológica y también a veces ética, imponiéndola
de manera directa o indirecta al conjunto de aquello que esta bajo el efecto de es a globalización (Termes,2000).
Insertarse en la globalización, no significa que se deba aceptar una imposición de valores o que se pretenda
imponer valores a otras culturas; significa internalizar, dentro de cualquier contexto una actitud positiva
para la vida (Devin, 1998), que es lo que se suele denominar, a nivel empresarial como la ecocompatibilidad
de las organizaciones.
Así, la ética es una pequeña fuerza que nos permite hacer en común cosas que individualmente no podrían
hacerse; solo compartiendo valores, compartiendo búsqueda de perfección, búsqueda de sentido, podría construirse
el ámbito de aquello que se considera pertinente. En este sentido, se esta tomando el concepto de gerenciar,
como el tomar decisiones eficaces orientadas a la excelencia, en el marco de la práctica de valores con ecocompatibilidad
(Martín,2000).
De allí que la dimensión ética es constitutiva del ser humano. En ese sentido, es la dimensión absolutamente
básica del humano, una dimensión que aborda la decisión, la acción y las consecuencias de su actuación en
las organizaciones (Gallardo y Jiménez, 2000; Llanos, 1997).
Es decir, se hace necesario desarrollar procesos competitivos de organizaciones viables y durables en el
tiempo, que se vayan visualizando bajo rasgos distintivos dentro un proceso de reflexión ética, contextualizada
en el plano social. Una reflexión sustentada en valores, que refuercen actitudes y conductas, que permitan
legitimar el uso de los recursos para la construcción de estrategias competitivas que respondan a una arquitectura
estratégica entre la visión de futuro y la realidad presente, siendo el sustento base de ésta, en la organización
los valore s compartidos y materializados en el ambiente social, indispensable para su permanencia en el
tiempo (García, 1997).
Llevando tal reflexión al plano global, se hace entonces necesario un reordenamiento de la economía mundial
la cual requiere de una ética de la responsabilidad bajo un plano realista con un horizonte idealista (Kung,1999)
o de la responsabilidad convencida (Cortina, et al 1997).
Esta ética se concretiza en la actividad económica y exige al sujeto global que toma decisiones, compromiso
y cooperación frente a la realidad social, medioambiental y también de futuro.( Dalla, 1998; Kung, 1999;
Grabriel, 2000).
Vivimos en un mundo de transformaciones aceleradas y globales, terminando un milenio que es testigo de los más impresionantes
cambios del entorno, en todos los ámbitos del saber.
Ya no es suficiente el concebir a un individuo dedicado exclusivamente a generar rentabilidad para su organización,
sino que debe poseer un conocimiento flexible pero además, un arraigo social y una responsabilidad, acorde
con las decisiones que le toca asumir en el ámbito donde se desenvuelve; comportamiento sustentado en una
ética básica de consenso global.
Internalizar el proceso global y enfrentar las consecuencias humanas de la misma, deberá quedar determinada
por procesos locales que sistematicen significados y valores, sobre los que se construirán las relaciones
entre sujetos globales, y de todos ellos, respecto al ambiente en el que se desenvuelven.
Así, las acciones conducentes, dentro de este proceso deberán ser compatibles con el modo de vida de cada
grupo social, que incluye entender las formas de organización social, basadas en una racionalidad de las
decisiones que comprometan una mejora de la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.
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