ENFOQUE EPISTEMOLÓGICO DE LA FLEXIBILIDAD EN LA ORGANIZACIÓN

Epistemologic focussing of the fl exibility in the organization


Orlando Barrera
Universidad Rafael Belloso Chacín



RESUMEN


El objetivo del presente artículo es ampliar el marco de análisis del andamiaje epistemológico situándolo en su relación con los sistemas organizacionales. Desde una óptica de la teoría de la flexibilidad enmarcada en la investigación etnográfica y su creciente utilización, todo ello en correspondencia a tener una perspectiva distinta de querer adosar el conocimiento e instaurarlo en pro de una caracterización distinta, donde el individuo se hace copartícipe de acciones tendentes al abordaje y aplicación práctica de vivencias, siendo esta una fuente sustentable en el tiempo, en virtud de que se logre una plataforma de aprendizaje al respecto.

Palabras clave: Epistemología, Epísteme, Flexibilidad, Flexibilidad organizacional e Investigación etnográfica.


ABSTRACT


The objective of the present articulates it is to enlarge the mark of analysis of the scaffolding epistemológico locating it in its relationship with the organizational systems. From an optics of the theory of the flexibility framed in the investigation ethnographic and their growing use, everything it in correspondence to have a different perspective of wanting to embed the knowledge and to establish it in pro of a different characterization, where the individual becomes joint of actions tendentes to the boarding and practical application of vivencias, being this a sustainable source in the time by virtue of that a learning platform is achieved in this respect.

Key words: Epistemology, Episteme, Flexibility, organizational Flexibility and Investigation ethnographic.


ÁREA INTRODUCTORIA


Se habla de una epistemología nueva en contraste con la que deriva de Aristóteles y de Platón, estos creadores del pensamiento y de la civilización occidental vieron al conocimiento como la obtención de formas, ideas o conceptos que existen fuera del individuo y que vienen a ubicarse, a partir de la percepción sensible, en la facultad cognoscitiva del individuo, su explicación perdura en la actualidad.

Acotando que la explicación epistemológica tradicional se subraya la oposición entre sujeto y objeto: entre quien conoce, y lo que es conocido. Se asume que el conocimiento consiste en la obtención de ideas o formas, tanto en la tradición platónica como en la aristotélica. En todo caso, el conocimiento trae de su exterior las formas y las adopta como una cualidad de la que se apropia a través de su facultad cognoscitiva, para darse a conocer solamente en el ámbito académico científico, sin abordar el entramado organizacional para su puesta en práctica por los actores o agentes involucrados, es decir, investigador e investigados.

Esa posición rígida de abordar el conocimiento en la óptica de Aristóteles genera actitudes y nueva predisposición conductual en la forma de difundir y abarcar otros niveles como los de las organizaciones, mediante lo aportado por Galileo Galilei con sus aportaciones y pensamientos respecto a demarcar los beneficios que se pueden obtener con un enfoque epistemológico de la flexibilidad, cuando el sujeto y el objeto constituyen las aristas de conjugación de roles de participación para el bienestar organizacional.

En sí, el valor principal y obtención y transmisión de conocimientos aplicados a una realidad organizacional mediante la investigación etnográfica, erige el paradigma de la flexibilidad en un sistema organizativo, donde no solamente se realizan las inferencias o conclusiones derivadas en el estudio, sino que en toda la trayectoria y difusión del conocimiento adquirido se enfoca la dinámica de equipo de trabajo laboral entre los agentes investigativos, para dar respuesta y aplicabilidad local, ello conduce a un rango de flexibilidad en el aparataje epistemológico.

Se trata de una nueva explicación que pone el énfasis en la creatividad de cada individuo al conocer, en la medida en que éste participa activamente en el conocimiento transformando la realidad al darle un sentido y transformándose a sí mismo en tanto que cognoscente, superándose con ello, la oposición tradicional entre sujeto y objeto, dándole otro significado, y el problema de la adecuación entre ellos para asegurar que el concepto de rigidez cobra otra dimensión y se convierte en flexibilidad.


APERTURA AL NUEVO METODO CIENTIFICO


Partiendo del enfoque dado por Galileo Galilei, visto como un demarcador válido entre los viejos métodos de estudio de las ciencias y aquellos nuevos conceptos donde la filosofía no era única rectora de la verdad, es que se pone de manifiesto el hecho de un rompimiento con los métodos e ideas de Aristóteles, con base a la forma cómo es vista la Ciencia llevada al colectivo para su análisis, en virtud de que la idea principal de Aristóteles fue la filosofía como búsqueda de la verdad, despreciando los métodos investigativos.

En este marco, es Galileo el que plantea la necesidad de confirmaciones de las hipótesis mediante la experimentación, y la obligatoriedad del científico de publicar sus descubrimientos, para que sirvan al público y para su discusión, y no en la escuela Aristotélica, donde las leyes científicas solo eran conocidas por los altos niveles de la sociedad.

En este ínterin es de acotar que en aquella época las ciencias se veían regidas por los poderes eclesiásticos, y estos veían a los científicos como elementos perjudiciales para el dominio que la misma poseía con respecto al hombre común.

Por otra parte, los poderes económicos solo veían a la ciencia como productora de más poder económico, esperando de ella elementos que pudieran ser vendidos. Es en este ambiente donde Galileo desarrolla sus trabajos, enfrentándose a los poderes de aquellos filósofos que sostenían que “los ojos solo deben servir para leer”, Morin, E. (1999:55).

La fuerte presencia social de la ciencia ha dependido grandemente de una combinación de sus características, su capacidad explicativa, su credibilidad y su capacidad para resolver problemas, difundidos a un colectivo, a los cuales, en alguna medida se les agregó la objetividad y la imparcialidad.

Donde se observa, que éstas dos últimas han sido sometidas a una severa crítica desde los años setenta. La objetividad de la ciencia fue vista de otra manera desde que se comprendió la carga teórica de la observación y las limitaciones de los estudios inductivos.

En realidad, lo que cuenta como conocimiento científico es lo que alcanza el consenso de la comunidad de la ciencia, pasa por los corredores, se publica en revistas especializadas, libros y periódicos, se enseña en las escuelas y funciona en la cultura de una organización, sea esta de carácter público o privado, cuando los agentes investigadores se involucran directamente con los informantes clave y ambos dilucidan inferencias para proceder a emitir juicios y soluciones posibles para aplicar a distintos eventos suscitados.

De tal manera, los acuerdos se construyen por medio de consensos racionales aunque condiciones no necesariamente racionales también influyen. Lo anterior significa que la evolución de la legitimidad del conocimiento empieza por la aceptación de éste en las comunidades científicas.

De ahí la necesidad de cultivar la consolidación de un cuerpo de científicos y técnicos en el país. También está claro que la concepción excluyente de la ciencia “dura”, característica de los enfoques tradicionales de la ciencia, ha quedado relegada, por insuficiente, ante las perspectivas que ofrecen nuevas metodologías evolucionadas desde la psicología, la sociología y otras ciencias humanas, estos enfoques alternativos se denominan investigaciones etnográficas, las cuales ofrecen a las organizaciones nuevas posibilidades de comprensión de los fenómenos de interés social desde la ciencia.

Esto no quiere decir que las concepciones metodológicas provenientes del legado positivista carezcan de utilidad, sino más bien que hay que buscar una adecuación del método con el problema planteado. De manera análoga, esa congruencia también debería encontrarse entre los problemas científicos y las necesidades sociales e institucionales.


PRAXIS DESDE LA PERSPECTIVA ETNOGRAFICA


La apertura actual desde la óptica etnográfica abre nuevas posibilidades para las ciencias humanas, tales como, práctica de la ciudadanía, identidad, autonomía, recursos sociales, aprovechamiento de las oportunidades en la globalización y protección contra los riesgos de ésta, son sólo algunos de los productos esperables de la práctica de la ciencia y la tecnología en esas nuevas posibilidades.

El reto principal está en la credibilidad porque es muy bajo el impacto esperable de la ciencia si ésta no es creíble, esto indica la necesidad de hacer buena ciencia. Buena ciencia significa una ciencia oportuna, fiable y pertinente. Y las características de fiabilidad (validez/legitimidad) y pertinencia tienen qué ver con los métodos, Pérez, R. y Kuhn, R. (1999:25). Este es el tema de una discusión que renace en las últimas décadas y ahora se intensifica aún más con respecto a la investigación cualitativa.

La epistemología cualitativa en opinión de Eisner, E. (1998:22) se apoya en principios que tienen importantes consecuencias metodológicas:

  1. El conocimiento es una producción constructiva e interpretativa, no es una suma de hechos definidos por constataciones inmediatas del momento empírico. Su carácter interpretativo es generado por la necesidad de dar sentido a expresiones del sujeto estudiado.
La interpretación es un proceso en el que el investigador integra, reconstruye y presenta en construcciones interpretativas diversos indicadores obtenidos durante la investigación, los cuales no tendrían sentido si fueran tomados en forma aislada como constataciones empíricas.

Visto de este modo, la interpretación es un proceso constante de complejidad progresiva, que se desarrolla a través de la significación de diversas formas de lo estudiado, dentro de los marcos de la organización conceptual más compleja del proceso interpretativo. A su vez, es un proceso diferenciado que da sentido a las manifestaciones de lo estudiado y las vincula como momentos particulares del proceso general orientado a la construcción teórica del sujeto individual o social.
  1. El proceso de producción de conocimiento en la psicología y las ciencias sociales es interactivo. Las relaciones entre el investigador y el investigado en el contexto dado son condición para el desarrollo de las investigaciones en las ciencias humanas. Lo interactivo es una dimensión esencial del proceso de producción de conocimientos, es un atributo constitutivo del proceso para el estudio de los fenómenos humanos.
Este principio orientará la resignificación de los procesos de comunicación en el nivel metodológico. El principal escenario son las relaciones indicadas y las de los sujetos investigados entre sí en las diferentes formas de trabajo grupal que presupone la investigación.

Esto implica comprender la investigación como proceso que asimila los imprevistos de los sistemas de comunicación humana y que incluso utiliza estos imprevistos como elementos de significación. Los momentos informales que surgen durante la comunicación son relevantes para la producción teórica. La consideración de la interacción en la producción de conocimientos otorga valor especial a los diálogos que en ella se desarrollan, y en los cuales los sujetos se implican emocionalmente y comprometen su reflexión en un proceso que produce información de gran significado para la investigación.
  1. La significación de la singularidad tiene un nivel legítimo en la producción de conocimiento. El conocimiento científico desde la investigación cualitativa no se legitima por la cantidad de sujetos estudiados, sino por la cualidad de su expresión.
El número de sujetos a estudiar responde a un criterio cualitativo, definido esencialmente por las necesidades del proceso de conocimiento descubiertas en el curso de la investigación. La expresión individual del sujeto adquiere significación conforme al lugar que puede tener en un determinado momento para la producción de ideas por parte del investigador.

La información expresada por un sujeto concreto puede convertirse en un momento significativo para la producción de conocimiento, sin que tenga que repetirse necesariamente en otros sujetos. Por el contrario, su lugar dentro del proceso teórico puede legitimarse de múltiples formas.

En este sentido, la legitimación del conocimiento se produce por lo que significa una construcción o un resultado frente a las necesidades de la investigación. El número de casos a considerar en una investigación tiene que ver, ante todo, con las necesidades de información que se van definiendo en el curso aquélla.

Estos tres puntos pueden sintetizarse sin duda alguna, en uno que, a su vez, es un planteamiento de la ética: la persona humana, como sujeto tanto desde la postura del investigador como también de las personas investigadas. Esto es ver a la persona con su dignidad, comprensión, protagonismo y cultura como el eje central de la acción investigadora. Éste es el punto que agrega la complejidad particular de la investigación cualitativa.

El contexto investigativo fenomenológico tiene un asidero importante como elemento contextualizante en las demandas del pensamiento social por una crisis general de la acción social que sitúe de manera correcta los problemas de la vida cotidiana y los nuevos procesos de estructuración social, es decir, un enfoque que vaya más allá de los actores.

A tal efecto, Taylor, S. y Boigdan, R. (1999:54) puntualizan que esto debiera ser ”una teoría general de la acción en donde los actores aparezcan históricamente constituidos, no como un dato, sino que la necesidad de la vida cotidiana sea repensada y legitime el orden social”.

En este marco de lineamientos, vale destacar que esta expresividad humana debe ser capaz de objetivarse, es decir, manifestarse en productos que estén al alcance y comprensión de otros, y ello sucede cuando los investigadores e investigadores se involucran e internalizan que su participación conjunta abordará planes y lineamientos en pro del sistema organizacional donde estén insertos. Dichas objetivaciones sirven como índices más o menos duraderos de los procesos subjetivos de quienes los producen, lo que permite que su disponibilidad se extienda más allá de la situación "cara a cara", González, F. (2000:21).


EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Y SUS CONTEXTOS


De ser cierto que, como afirman algunos filósofos, "de la nada, nada sale", del conocimiento científico en tanto que creación de la mente humana, bien cabría preguntarse acerca de cómo surgió en un momento y lugar determinado de la historia. Una vez producido, bien correspondería preguntarse cómo determinar que dicho conocimiento puede tomarse como un conocimiento válido acerca de la realidad y su posible utilidad en el ámbito organizacional.

En este sentido, Pérez, R. y Kuhn, R. (1999:30) citan acertadamente lo referente a los contextos del conocimiento, estos son: el contexto de descubrimiento, el contexto de justificación y el contexto de aplicación. Los dos primeros fueron propuestos por Reichenbach, H. (1937) un filósofo de la ciencia enrolado primitivamente en el inductivismo y, el último, por el epistemólogo argentino Klimovsky, G. (1998).

En el contexto de descubrimiento, como su nombre lo hace suponer, trata de las cuestiones referidas a los factores que dieron origen o coadyuvaron a la producción de una hipótesis o teoría científica. La elucidación de estos factores caería en la órbita de la Psicología y, también, de la Sociología.

Estas disciplinas se abocarían la una, a estudiar los mecanismos psicológicos involucrados en la creación de hipótesis científicas, los procesos de razonamiento, solución de problemas, toma de decisiones y demás que acaecerían en la mente del hombre de ciencia, y, la otra, a desentrañar las circunstancias históricas que contribuyeron a la formulación de una teoría en un tiempo y lugar determinados.

El contexto de justificación, por otro lado, atañe a la cuestión de si la teoría descubierta o creada puede considerarse como conocimiento científico objetivo y fundado acerca del mundo. En este contexto se deben presentar los argumentos empíricos, lógicos y teóricos que lleven a aceptar una teoría como parte del corpus de la ciencia.

Asimismo, el contexto de aplicación, aludiría a la aplicación que se hace del conocimiento científico en vistas a la transformación de la realidad. En este contexto se trataría no solo los usos del conocimiento sino también los eventuales beneficios o perjuicios que los mismos acarrean a la humanidad.

No obstante, como complemento a lo expresado, Bunge, M. (1989) presenta al método científico y sus peculiaridades catalogando una serie de características que distinguen al conocimiento científico en tanto que construcción artificial de la mente humana. En lo esencial, este tipo de conocimiento se destacaría por su carácter fáctico, racional, verificable, objetivo, sistemático y explicativo.

El conocimiento científico es fáctico por cuanto trata sobre los fenómenos y hechos de la realidad empírica; es racional por estar fundado en la razón, esto es, en un conjunto de ideas y razonamientos y no en sensaciones, opiniones, pareceres o dogmas.

En sí, se podría deducir que el conocimiento científico es verificable en el sentido de comprobable empíricamente por cuanto sus afirmaciones deben someterse al tribunal de la experiencia; objetivo por cuanto sus afirmaciones pretenden ser concordantes con los objetos de la realidad; sistemático en el sentido de constituir un cuerpo de ideas lógicamente entrelazadas más que un cúmulo de proposiciones inconexas.

Finalmente, el conocimiento científico es explicativo en el sentido de que el mismo no se conforma con describir cómo es el mundo sino que intenta dar cuenta de las razones por las cuales el mundo es como es vale decir, encontrar las razones por las cuales los fenómenos empíricos se comportan del modo en que lo hacen.

Todo lo anterior apunta a reflexionar acerca de las condiciones, modos e intenciones del conocer, aunado a comprender las prácticas sociales en las que el conocimiento circula, se legitima y se ejerce, dando paso a una flexibilidad de la ciencia donde el objeto no solo es abordado para emitir unas conclusiones, sino que existe una interacción entre el investigador con los investigadores para dar aportes en conjunto respecto a lo concluido, y dar con ello una aplicabilidad de la ciencia en un contexto netamente real como es una organización, abocándose a la pertinencia del quehacer presente y futuro de las ciencias con una orientación hacia las inquietudes y los desafíos propios de la responsabilidad social.

Desde una postura epistemológica crítica y compleja, el desafío que se presenta es pensar cómo desarrollar competencias y capacidades para romper con los límites establecidos por un modelo ideológico, económico y epistémico simplificador reducido solamente a que el producto de la ciencia sea conocida solo en ámbitos científicos.

Por ello es imperativo plantear el cómo promover y mantener en las personas una disposición a pensar y pensarse, a observar y observarse a construir y construirse en condiciones y dinámicas socioculturales que privilegian, simplemente, la capacidad de hacer y de un hacer intencionado a la reproducción del modelo y a asegurar la sobrevivencia de algunos individuos en él, cómo hacer para demarcar con la investigación cualitativa etnográfica la inserción de un nuevo paradigma que revierta eficientemente la potencialidad de aplicación de la ciencia en los ámbitos organizativos.

Es así como el conocimiento y sus procesos de producción enfrentan el peligro de reducirse por intereses técnicos y razones instrumentales, a veces sofisticadas y sutiles; pero siempre dependientes de los requerimientos que plantean aquellos grupos que detentan el poder. Es quizás por esto que la responsabilidad de muchos intelectuales contemporáneos se reduce a plantear sistemas lógicos y coherentes, diagnósticos rápidos y proyectos circunstanciales solo para ser conocido en los niveles científicos pares, y no para ser expuesto a la sociedad en general, he allí en este contexto su flexibilidad.

Lo anterior, denota que la tradición científica ha centrado reflexión epistemológica en las disciplinas y objetos de conocimiento, las estructuras y modelos de validación de los constructores teóricos desarrollados, pero no aplicados en contextos organizativos.

En este sentido, es notable que la filosofía de las ciencias y la epistemología como reflexión acerca de los modos de producir conocimientos no abordan con suficiencia y no saturan el estudio cuando se trata el tema del conocimiento como práctica social histórica y culturalmente contextuada, que pone límites tanto en reconocimiento como en la comprensión de este quehacer social, el cual permite apropiar, contextualizar, problematizar y recrear conocimientos en pro de un colectivo investigado.

A tal efecto, Habermas, J. (1994:56) aduce que ”se pone en evidencia el abandono de la reflexión sobre la acción de observar, seleccionar, interpretar y validar los conocimientos y las prácticas sociales que los generaron; prácticas orientadas por intereses teóricos y extrateóricos”.

Con base a lo expuesto, se hace necesario formular la interrogante del Por qué abordar una reflexión epistemológica, desde aspectos que la epistemología y la ciencia tradicional excluyen? ello sucede para que tenga existencia, para que, así, sea reconocida y repensada. Reconocer así de esta manera, que la construcción de conocimiento es una práctica social, que se desarrolla desde una postura frente al contexto, es reconocer que “el conocimiento se produce desde opciones, emociones y reacciones”, Maturana, H. (1998:89).

Este en opinión de Morin, E. (1999) “el enclave generativo de prácticas sociales que, o afianzan la autoridad gendarme, carcelera”, el cual impone un modelo de pensar y responder sumisamente a los modos de producción y reproducción de lo social, o que, enraizándose en emociones, reacciones y opciones mueven a la pregunta, a la problematización y transformación de los modos de comprender, explicar, expresar y construir lo social con una perspectiva planetaria y humana.

Conocer entonces, es un hacer algo intencionadamente y verterlo en un contexto histórico, cultural y social expresado en un ámbito organizacional, esta relación entre intención y contexto le imprime un modo, una estructura y un significado a la acción y a los resultados de la misma cuando se aplique y se combinen investigadores e informantes clave para la solución de problemas o de nodos existentes.

Bajo esta óptica, Habermas, J. (1994:74) y Maturana, H. (1998:101) coinciden en que ”conocer, aunque sea un quehacer solitario, es un quehacer social, porque su sentido se construye en interacciones, a través de las diferentes coordinaciones de acciones, adentro de redes de actuaciones comunicativas”.

Lo apuntado en líneas anteriores, permite dilucidar que conocer, como práctica social, genera cohesiones, porque los colectivos, grupos o comunidades investigativas o académicas se esmeran en compartir un repertorio discursivo y empírico desde los que pueden establecer distinciones, competencias y sobretodo aquilatamiento de una puesta en práctica en beneficio de una entidad organizativa. Es en sí, una práctica que construye sus referentes desde lo íntimo y privado, como también en lo público y en lo institucional, vinculada a sistemas, circuitos y redes de información y comunicación.

Se requiere, entonces, pensar opciones, posturas, actitudes y referentes que sitúen a los sujetos en la posibilidad y en el deseo (utopía) de “desarrollar una episteme alternativa y compleja, que reubique crítica y propositivamente la práctica social de conocer, en los retos del contexto y, en la permanente humanización de las condiciones de vida”, Morin, E. (1999:78)

Asumiendo así, como condición epistémica el ejercicio del conocimiento y la pertinencia, colocando en evidencia que el proceso del conocer no es un problema de la realidad social como objeto, hecho o fenómeno; sino que es un proceso, una práctica social ligada a los sentidos, intenciones e intereses que mueven y condicionan la cognición, el hacer y ejercer ciencia en ámbitos netamente académicos, obstruyendo las vías hacia otros niveles como el organizacional.

Al respecto, Chartier, R. (1996:63) manifiesta categóricamente:

“la apropiación del conocimiento es, en otras palabras, constituirse como sujeto capaz de ejercer un conocimiento pertinente a un contexto histórico, a un sentido político/social y a una visión de alternativas de escenarios posibles, en los que, ejerciendo el conocer, se construye lo social. Y es desde la opción y decisión de apropiación donde los sujetos que conocen articulan las producciones discursivas y las prácticas sociales; es decir vinculan la acción discursiva del mundo social, con la construcción social de los discursos” (p.63).

CONCLUSIONES


Se deduce con lo expresado, que el conocimiento científico moderno tiene por objeto el disipar la aparente complejidad de los fenómenos a fin de revelar el orden simple al que obedecen. A lo largo de los últimos tres siglos se han adquirido conocimientos sobre el mundo basados en los métodos de verificación empírica y lógica. También han progresado los errores derivados del modo mutilador de organización del conocimiento incapaz de reconocer y aprehender la complejidad de lo real.

Visto de este modo, el conocimiento científico moderno opera mediante la selección de datos significativos y rechazo de los no significativos: separa (distingue) y une (asocia), jerarquiza y centraliza. Estas operaciones son comandadas por paradigmas.

El paradigma científico por excelencia es el de simplificación, que está regido por los principios de disyunción, reducción y abstracción formulado por Descartes, que separó el sujeto pensante y la cosa extensa, separando así la filosofía de la ciencia. Este paradigma ha permitido los enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica desde el siglo XVII.

El gerente organizacional intenta articular dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador y aspira al conocimiento multidimensional pero no aspira al conocimiento complejo. Uno de los axiomas de la complejidad es la imposibilidad de una omnisciencia. Por eso, el pensamiento de la complejidad está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.

Todas estas razones, permiten determinar tal como lo manifestara Morin (1999), que las fuentes inspiradoras del concepto de complejidad son por un lado, la teoría de los Sistemas de Von Bertalanffy y la cual revela tres direcciones: un sistemismo innovador que lleva en sí un principio de complejidad, ya que concibe al sistema como una unidad compleja que no se reduce a la suma de sus partes constitutivas y como una noción ambigua que se ha de estudiar desde un nivel transdisciplinario eventos estos que pueden ser detectados dentro de la arquitectura estratégica de una organización, ya sea de índole pública o privada.

Una segunda dirección, un sistemismo analítico que transforma el sistemismo en su contrario, es decir, en operaciones reduccioncitas; y una tercera dirección, el poder utilizar de manera etnográfica la teoría sistémica manejada por equipos interdisciplinarios, convirtiendo con todo ello un nuevo parámetro de accionar del conocimiento.

El problema teórico del conocimiento científico consiste en entrar en la caja negra y considerar la complejidad lógica y organizacional. No sólo hay que renovar la concepción del objeto sino que hay que revertir las perspectivas epistemológicas del sujeto, en este caso del observador científico, otorgándole un criterio de presencia con su entorno e instaurarle un sentido de propiedad, toda vez, que la utilización permanente de un proceso etnográfico dentro de una problemática suscitada generará eventos proclives a darle mayor practicidad a las acciones a ejecutar.

No obstante, ya que si lo propiamente científico era eliminar la imprecisión, la ambigüedad y la contradicción, sin duda, hay que aceptar una imprecisión cierta como está ocurriendo en las matemáticas al abordar los conjuntos imprecisos. Bajo esta perspectiva, este conocimiento científico debiera aportar los principios de los que emergiera el nuevo paradigma de la complejidad.

Los afirmaciones anteriores permiten acotar que la idea sistémica u organizacional, relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo, donde el todo y las partes están organizados, relacionados de manera intrínseca. Esto muestra como toda organización hace surgir cualidades nuevas, que no existan en las partes aisladas y que son lasemergencias organizacionales.

De acuerdo con lo expresado, la investigación etnográfica a aplicar en un estudio es ante todo un pensamiento que relaciona, está contra el aislamiento de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto y de ser posible, en la globalidad a la que pertenecen.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Bunge, M. (1989). La investigación científica, Editorial Ariel, S.A., Colombia.

Chartier, R. (1996). Escribir las prácticas, Editorial Manantial, Buenos Aires.

Eisner, E. (1998). El Ojo Ilustrado. Indagación cualitativa y mejora de la práctica educativa, Editorial Paidós, Barcelona-España.

González, F. (2000). Investigación Cualitativa en Psicología. Rumbos y desafíos, International Thomson Editores, México.

Habermas, J. (1994). Conocimiento e interés, Editorial Taurus, Madrid.

Maturana, H. (1998). La objetividad, un argumento para obligar, Editorial Dolmen, Santiago.

Morin, E. (1999). La cabeza bien puesta, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires.

Pérez, R. y Kuhn, R. (1999). Cambio Científico, Fondo de Cultura Económica, México.

Taylor, S. y Bogdan, R. (1999). Introducción a los Métodos Cualitativos de Investigación, Editorial Paidós, México.