José B. Huerta P.
Universidad Rafael Belloso Chacín
Esta investigación pertenece al ámbito de la economía y las políticas públicas. Su propósito es confirmar la validez del modelo de la tasa de retorno para el análisis costo-beneficio en educación, mediante la verificación empírica en el contexto venezolano, a fin de recomendar los ajustes que se requieran y que permitan la efectiva utilización de sus resultados en el diseño de políticas educativas. Sustentado en la teoría de capital humano, se parte del supuesto que el salario es un indicador de la productividad de la mano de obra, la tasa de retorno establece una relación entre la inversión en educación y la obtención de mayores salarios. Las principales observaciones efectuadas están relacionadas a los insumos de la función y a la interpretación de sus resultados. Se concluye entonces que aplicando los ajustes necesarios, la tasa de retorno privada de la educación sigue siendo una valiosa herramienta para la toma de decisiones, tanto en lo financiero como en lo programático. A pesar de las limitaciones señaladas, se recomienda su utilización en Venezuela.
Palabras clave: Complejidad, Digital, Información, Organización, Tecnología.
In this article, it is sought to analyze aspects from the inherent reality to the organizations, determining the changes that are present front new times, by the light of principles and reflections settled down by Edgar Morín, representative of the new epistemologist paradigms and other organizational and technologic area authors, in a postmodern electronic age. The result will allow to incentive later investigations that deepen in the development of a conceptual body that contributes with answers in order to taking decisions of top management in the digital world.
Key words: Complexity, Digital, Information, Organization, Technology.
Los seres humanos poseen habilidades y conocimientos que determinan su productividad en la economía. Desde esta perspectiva
se habla entonces de capital humano. Todo gasto social es una forma de inversión en capital humano (salud,
educación, vivienda, entre otros). Pero con respecto a su potencial productivo y a la esencia misma del concepto,
la inversión directa en esta forma capital es la educación.
El principal indicador empleado para medir la eficiencia de esta inversión es la Tasa Interna de Retorno,
y se habla así de la Tasa de Retorno de la Educación, cuyo fin es medir el beneficio que se ha recibido por
la inversión en educación a través de los incrementos salariales atribuibles a la escolaridad.
Algunos autores han presentado críticas al modelo, como es el caso de las observaciones efectuadas por Bowles
(1969). Este autor planteó que la tasa de retorno de la educación es una herramienta inadecuada para la toma
de decisiones, debido que tiene una visión parcial tanto de los costos como de los beneficios, y por tanto
puede conducir a conclusiones engañosas.
Entre los investigadores que han realizado críticas al modelo se encuentran también Bratsberg (2002), Coccorese
y Valiño (2002), Frazis (2002), Pritchette (2001) Goldin (1999), Horowitz (1999), Bennell (1996) y Psacharopoulos
(1979).
Los hallazgos de estos autores conducen a la formulación de una interrogante: ¿la tasa de retorno es un
indicador adecuado para el análisis costo-beneficio de la educación en Venezuela?. Se plantea como hipótesis
que la tasa de retorno de la educación presenta debilidades como indicador de análisis costo-beneficio en
educación.
Se considera entonces que este indicador debe ser confirmado en la evidencia empírica, tal como lo han hecho
los investigadores extranjeros en sus respectivos países, para lo cual se efectuó un estudio cuyo propósito
fue verificar la validez del indicador en el contexto de Venezuela, mediante una investigación de tipo confirmatoria
de verificación empírica (Hurtado 2000) y de diseño no experimental-transversal (Hernández, Fernández y Baptista,
2001).
La verificación empírica se efectuó sobre una muestra de 79 194 personas ocupadas que devengan una remuneración
por su trabajo, seleccionada en forma polietápica y aleatoria en la última etapa, respecto a una población
total de 8 683 044 personas, según datos provenientes de la Encuesta de Hogares por Muestreo del Instituto
Nacional de Estadística en el segundo semestre del año 2002.
Esta investigación se desarrolló en cuatro fases: (a) En primer lugar, se recopiló la información bibliográfica
sobre el tema. (b) Luego se analizaron los datos de campo en la muestra seleccionada. (c) Posteriormente
se verificaron los aspectos teóricos en los datos de campo. (d) Finalmente se formularon recomendaciones
conducentes a superar las limitaciones del indicador en estudio.
El cálculo de la tasa de retorno de la educación supone ante todo la identificación de dos variables básicas: costos y beneficios.
La hipótesis sobreentendida en las teorías de capital humano es que los individuos, o los gobiernos en su
nombre, hacen gastos en educación, salud y otros servicios básicos para el hombre, con el propósito de aumentar
sus productividad y el ingreso. El valor añadido a la productividad y el ingreso en los años futuros constituye
el retorno sobre la inversión efectuada (Gillis, 1987).
En principio los costos pueden ser cuantificados a través del gasto directo en educación, o los ingresos
dejados de percibir por las personas que se dedican a estudiar en lugar de abandonar sus estudios y comenzar
a trabajar. Por otra parte, los beneficios suelen estar relacionados al incremento de salarios atribuible
al hecho de que una persona haya dedicado más años a sus escolaridad.
La aplicación de esta idea a la educación formal comienza con el establecimiento de curvas de ingreso por
edad y nivel educativo:
Gráfico 1. Perfil de ingreso por edad y nivel educativo.
Fuente: Cálculos propios.
La gráfica muestra que para cada grupo de edad los ingresos se incrementan proporcionalmente al nivel educativo alcanzado.
Se parte entonces de que un beneficio tangible de la educación es el incremento de salarios.
Con respecto a los costos, se pueden determinar costos explícitos y costos implícitos. Los más evidentes
costos explícitos son la inversión del estado en educación y el pago de matrícula de la educación privada.
Por los costos implícitos se tienen los ingresos dejados de percibir por dedicarse a estudiar y los costos
de oportunidad de los recursos invertidos en educación (Gillis, 1987).
Para hacer el balance costo-beneficio a partir de los costos y beneficios identificados se presentan diversos
métodos. Uno de ellos, es la aplicación del indicador financiero de la Tasa Interna de Retorno (TIR). La
tasa de retorno de la educación puede calcularse mediante la TIR financiera r dados unos costos Ct y unos
beneficios Bt de modo que el valor presente de los beneficios netos sea cero, de acuerdo a la siguiente función:
Fórmula 1. Tasa de retorno de la educación, método completo.
Fuente: Mingat y Tan (1988)
La TIR puede ser social o privada. La TIR social de la educación estima la rentabilidad obtenida por la sociedad al invertir
en capital humano mediante la educación, constituyendo información útil para la toma de decisiones en la
asignación de recursos en el presupuesto público.
La tasa privada es un estimador de la rentabilidad para un individuo al agregar años de escolaridad a su
formación, en función de una expectativa de aumento de ingresos por los años adicionales estudiados. Ella
también podría arrojar luces sobre la demanda de ciertos tipos de carreras y la distribución del ingreso
personal partiendo de la “dotación” del individuo como recurso humano (Psacharopoulus, 1985).
Ambas tasas originan un tercer indicador: el índice de subsidio a la educación, definido como la brecha
entre la tasa privada y la tasa social, midiendo en qué proporción el estado está beneficiando a los individuos
por una educación que ellos bien podrían financiar (Psacharopoulos, 1991).
Una vez obtenida la tasa de retorno, el índice de subsidio a la educación se obtiene del siguiente modo:
Fórmula 2. Indice de subsidio a la educación
Fuente: Mingat y Tan (1988)
Donde:
ISE: índice de subsidio a la educación
TRP: tasa de retorno privada
TRS: tasa de retorno social
Cuando el índice de subsidio es negativo se recomienda que el estado debe incrementar el gasto educativo,
y por el contrario, cuando es positivo, sugiere que el estado puede compartir los gastos con los individuos
particulares.
La cuantificación de costos y los beneficios.
De acuerdo a Mingat y Tan (1988), los costos y beneficios a considerar deben ser los siguientes:
Costos y Beneficios | Retorno Social | Retorno Privado | Costos: | 1. Gasto público directo en educación | costo | NA | 2. Pagos en educación privada | transferencia no contabilizada | costo | 3. Otros gastos (uniformes, útiles, etc.) | costo | costo | 4. Soporte estudiantil (becas, asignaciones, etc.) | transferencia no contabilizada | deducible del ingreso no percibido | 5. Ingresos dejados de percibir (por estudiar en lugar de trabajar) | costo | costo | 6. Impuestos dejados de cobrar (por ingresos dejados de percibir) | NA | deducible del ingreso no percibido | Beneficios: | 7. Ingreso incremental atribuible a la educación | NA | beneficio bruto | 8. Producción incremental atribuible a los trabajadores educados | beneficio | NA | 9. Impuesto incremental sobre el nro. 7 | NA | deducible del ingreso bruto | NA: No aplica |
---|
Cuadro 1. Costos y beneficios de la TIR educativa.
Fuente: Mingat y Tan (1988, pág.112)
Sin embargo, para el cálculo del indicador para Venezuela en los años 1984 y 1987, Psacharopoulos (1991) simplifica este esquema y propone:
No obstante, esta simplificación no es suficiente, pues si los costos sociales sólo se cuantifican sobre el presupuesto nacional,
existe una fuerte subestimación. En 1998 el despacho del Viceministro de Educación presentó un trabajo de
investigación elaborado por Navas (1998) titulado “Informe de gestión 1994-1998”, en el cual se tocaba entre
otros el aspecto financiero.
En el trabajo se observaba que las Gobernaciones y Alcaldías también destinan parte de su presupuesto a
la educación, y según Navas, este monto oscilaba entre un 50% y 70% de la cifra presupuestada por el Ministerio
de Educación, de modo que la inversión pública empleada en los cálculo corresponde en realidad el 67% - 59%
de la inversión efectivamente realizada por el sector público.
La consideración o no de determinados rubros de costo conduce a diferentes resultados. Considérense tres
montos distintos: 60, 100 y 140 con 10 años de estudio; los ingresos para los tres casos es 100 y se consideran
50 años de trabajo.
Las tasa de retorno obtenidas son las siguientes:
La consideración de la duración de los niveles de escolaridad es otro aspecto que altera significativamente los resultados.
En el trabajo efectuado por Psacharopoulos (1991) se consideran tres niveles del sistema educativo: primaria
de seis años, secundaria de cinco años y superior igualmente de cinco (modelo A).
Sin embargo, en la actualidad los niveles son: básica de nueve, media de dos y superior de cinco (modelo
B).
Para medir el impacto de los niveles sobre el retorno, se efectúa el cálculo de ejemplo con ingresos y costos
de 100, en la serie empleada anteriormente.
Los resultados obtenidos son:
NIVEL A | TIR A | NIVEL B | TIR B | PRIMARIA | 9,3% | BASICA | 5,9% | SECUNDARIA | 11,3% | MEDIA | 30,9% | SUPERIOR | 11,3% | SUPERIOR | 11,3% |
---|
Cuadro 2. Impacto de la estructura de niveles sobre la TIR.
Fuente: cálculos propios.
En conclusión el empleo de niveles educativos de períodos distintos significa obtener resultados distintos no comparables.
Con respecto a la determinación de los niveles que deben ser empleados, el esquema tradicional indica que
debe emplearse los niveles formales del sistema (Mingat y Tan, 1988), en cuyo caso serían Básica, Media y
Superior.
Sin embargo, algunos investigadores agregan variantes al estudio, como es el caso de Frazis (2002) que compara
las tasas de retorno entre universitarios graduados y no graduados, o Bennell (1996) que establece diferencias
entre la educación media general y la vocacional (en nuestro sistema serían media diversificada y media profesional).
Estos casos abren la posibilidad de adecuar el estudio a los propósitos del investigador.
La información disponible en Venezuela para el cálculo de la tasa de retorno de la educación es la Encuesta
de Hogares por Muestreo del INE.
Al analizar en la muestra obtenida la frecuencia de respuestas de esta por edades simples, se tiene hasta
el sexto grado (12 años) un ciclo que es completado por el 97% de la población en edad estudiantil.
Pero a partir de los 13 años comienza un proceso de deserción (iniciando la tercera etapa de básica), que
va aumentando progresivamente.
Preliminarmente se definen como niveles: sexto grado, noveno grado, bachillerato y superior. Como el indicador
es incremental (el retorno con respecto al nivel anterior; ej. noveno grado vs. sexto grado) se determina
que la población base o sin nivel, es aquella sin sexto grado que tiene quinto grado o menos o simplemente
sin nivel.
Del mismo modo la población con sexto grado, es aquella que tiene aprobado sexto, séptimo y octavo. La población
con noveno grado aprobado, incluye a los que tienen aprobado el primer año de media.
Los bachilleres contemplan a los que tienen aprobado segundo año de media y aquellos que realizan estudios
universitarios.
Los egresados de educación superior son aquellos que tienen título de educación superior.
A partir de estos elementos, y tomando en cuenta además los hallazgos de Frazis (2002), se proponen los
siguientes niveles del sistema educativo:
Desde el punto de vista de los cálculos numéricos, la edad de ingreso es un aspecto fundamental. Representa el punto en el
que comienza generarse el costo de oportunidad, y por tanto, el momento a partir del cual se efectúa el cálculo
del ingreso imputado como costo de oportunidad por nivel educativo.
El supuesto que regularmente se considera es el deber ser en el diseño del sistema educativo, es decir,
las edades de ingreso y egreso por grado propuestas, tal como se muestra a continuación:
NIVEL | AÑOS DE ESTUDIO | EDAD INICIO | EDAD TERMINO | 6° GRADO | 6 | 7 | 12 | 9° GRADO | 3 | 13 | 15 | BACHILLERATO | 2 | 16 | 17 | UNIVERSITARIO | 3 | 18 | 22 |
---|
Cuadro 3. Estructura del sistema educativo
Para confirmar este supuesto, se efectuó un cruce de variables de los datos de la Encuesta de Hogares por Muestreo a fin de determinar las edades por nivel y grado, obteniéndose lo siguiente:
NIVEL | MEDIA | MEDIANA | MODA | 1° GRADO | 5 | 5 | 6 | 6° GRADO | 13 | 12 | 12 | 7° GRADO | 14 | 13 | 13 | 9° GRADO | 15 | 14 | 14 | 1° MEDIA | 16 | 16 | 15 | 2° MEDIA | 18 | 18 | 17 | 1° SUPERIOR | 19 | 19 | 18 |
---|
Cuadro 4. Edades por grado y nivel educativo.
Estos resultados permiten confirma la validez del supuesto de edades de ingreso y egreso por nivel.
En el modelo presentado por Mingat y Tan (1988) los ingresos promedios se estiman por edad simple. Al emplear como fuente
de cálculo datos censales, como es el caso de trabajos como el de Card y Krueger (1992), no se presenta ningún
inconveniente, pero el hecho es que la gran mayoría de las investigaciones emplean datos provenientes de
encuestas por muestreo (Kidd Y Shannon, 1996; Palme y Wright, 1998; Psacharopoulos, 1991, entre otros), y
en ellas la estimación de pesos de los sujetos de la muestra regularmente supone la formación de grupos etéreos,
de modo que disminuye la confiabilidad de los datos para la representatividad por edad simple.
En el caso particular de la Encuesta de Hogares de Venezuela, existe un factor que distorsiona los datos
al ser presentados de este modo, pues los pesos o factores de expansión son calculados por grupos quinquenales
de edad, de modo que cuando una variable determinada es expandida por edades simples, se aprecia el salto
entre los grupos quinquenales, tal como lo muestra la distribución de población en la siguiente gráfica:
Gráfico 2. Distribución etáreos de la población.
Fuente: cálculos propios.
Obsérvese como la línea se dibuja en forma irregular evidenciando que existe una distribución no uniforme de la población,
los pequeños saltos o comisuras coinciden con los límites entre grupos etáreos.
Una forma de evitar esta distorsión es efectuar los cálculos sin ponderación, pero en ese caso los resultados
obtenidos a partir de la muestra representarían con menor exactitud las características de la población (universo
estadístico).
El mismo efecto de saltos quinquenales se tiene al estimar los ingresos promedios por edades simples, tal
como muestra la el siguiente gráfico:
Gráfico 3. Ingreso promedio por edades simples y nivel educativo. Fuente: cálculos propios.
Gráfico 4. Ingreso promedio por grupo etáreo y nivel educativo.
Fuente: cálculos propios.
Los ingresos por grupos etáreos quinquenales presentan un crecimiento uniforme, consistente con la concepción del modelo.
Esto lleva a la conclusión de que al efectuar el cálculo de la tasa de retorno de la educación en Venezuela,
con datos provenientes de le Encuesta de Hogares, deben estimarse los ingresos por grupos quinquenales, aún
cuando luego estos se distribuyan en edades simples.
A pesar de las observaciones efectuadas, la tasa de retorno de la educación sigue siendo una herramienta ampliamente utilizada
para la definición de la política de inversión en educación. Sin embargo, para que pueda ser utilizada consistentemente,
deben tomarse en cuenta cada uno de los aspectos señalados en las observaciones.
En síntesis, se deben emplear fuentes de datos similares (bien para estudios transversales o para estudios
longitudinales); esto significa que en un mismo país no pueden combinarse datos censales con datos muestrales,
y sólo pueden compararse tasas de países que tengan fuentes de datos similares y los mismos criterios metodológicos
para el tratamiento de los mismos; en todo caso se recomienda evitar las comparaciones entre países.
Los niveles educativos deben tener una duración similar; no se puede comparar un nivel de básica de nueve
años con una primaria de seis. Se recomienda evitar el cálculo de la tasa social cuando no se disponga de
información suficiente sobre el gasto del sector público, ya que por cada 10% de variación del gasto se tendría
una variación inversa de 1% en el retorno.
Sin embargo, con todas las observaciones y restricciones señaladas, cabe una pregunta: ¿es conveniente el
uso de la tasa de retorno de la educación para la toma decisiones en la política de inversión en educación?
Tratar de responder a esta pregunta podría conducir de nuevo a la revisión que ya efectuara Blaug (1991)
sobre la contribución económica de la educación, y ese no es el caso. No se trata de la revisión técnica
del indicador, que ya se efectuó a lo largo de este trabajo, sino más bien de las decisiones que se podrían
tomar a partir de él.
Habiéndose cuestionado seriamente la tasa social, y por ende también el índice de subsidio a la educación,
la atención se centra sobre la tasa privada.Los aportes del indicador irían más allá de la toma de decisiones
financiera y la política de inversión. Algunas de las situaciones donde la tasa de retorno privada de la
educación puede ser muy útil serían las siguientes:
BANCO MUNDIAL (2000) Educación - estrategia sectorial. Ed. Banco Mundial, Washington DC.
BENNELL, P. (1996) General versus vocational secondary education in developing countries: A review of the rates of return evidence The Journal of Development Studies. Vol. 33, Dec 1996. University of Sussex, London.
BLAUG, M. (1991) An introduction to the economics of education. First reprint. Gregg Revivals. Vermont, USA.
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