Ysabel Perdomo*
Instituto Tecnológico del EstadoTrujillo
ysabelperdomo@yahoo.com
Ronald Prieto**
Universidad José Gregorio Hernandez
ronaldprieto1@hotmail.com
El liderazgo se relaciona con el arte de influir en los individuos, para que se esfuercen voluntaria y entusiastamente en el logro de objetivos grupales u organizacionales. El presente artículo tiene como propósito enmarcar la importancia del liderazgo como herramienta de competitividad para la gerencia del servicio. Considerada ésta como un proceso integral, en donde no deben existir barreras departamentales para ser manejado como un flujo continuo de actividades generador de valor para el cliente, quien es el eje central de la razón de ser de la organización. Para lo cual se hace una reflexión basada en diferentes teóricos expertos en el tema y así concluir que se requiere de un decidido liderazgo que promueva el deseo de ofrecer altos estándares de calidad basada en la visión de servicio, en creer en las condiciones intrínsecas de los clientes internos, en el amor al trabajo y en la integridad.
Palabras clave: Gerencia, servicio, liderazgo, competitividad.
The leadership is related to the art to influence in the individuals, so that they strive volunteer and enthusiastically in the profit of group or organizational objectives. The aim purpose of the research is to determine the importance of the leadership like tool of competitiveness for the management of the service. Considered this one like an integral process, in where departmental barriers do not have to exist in order to be handled like a continuous flow of generating activities of value for the client, who is the central axis of the reason of being of the organization. Consequently, it is required a determined leadership that promotes the desire of offering high standard of quality based on the vision service, in believing in the intrinsic conditions of the internal clients, in the love to the work and integrity.
Key words: Management, service, leadership, competitiveness.
* Licenciada en Administración. Magíster en Gerencia de Mercadeo. Profesora del IUTET
Extensión Trujillo. Cursante del doctorado en ciencias Gerenciales en la Universidad Rafael
Belloso Chacín ysabelperdomo@yahoo.com
** Dr. Ronald Prieto. Postdoctor en Gerencia de las Organizaciones, Dr. en Ciencias
Gerenciales, Magíster en Gerencia Empresarial y Economista. Profesor Titular de la
Universidad Dr. José Gregorio Hernández, y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas
y Sociales de esa casa de estudio, Profesor invitado de Postgrados y Diplomados en la
Universidad Rafael Belloso Chacín, así como también en las especialidades del Instituto
Universitario de Maracaibo, Facilitador invitado del Centro Internacional de Educación
Continua, PPI nivel candidato. Correo electrónico: ronaldprieto1@hotmail.com.
Hoy día el ofrecer un servicio de excelente calidad se ha convertido en una
estrategia de competitividad para las organizaciones de servicio. El consumidor ha
cambiado, es más exigente en el momento de la compra, desea obtener mayores
beneficios por la inversión a realizar. Al mismo tiempo, la competencia es más
intensa, más agresiva ampliando las opciones para los clientes haciéndolos menos
leales o conformistas.
Por consiguiente, las organizaciones para mantener satisfechos a sus clientes,
permanecer o sobrevivir en sus mercados adoptan novedosos y variados enfoques.
De manera que, las empresas de servicio deben orientarse a servir al cliente quien
es el punto de partida de una estrategia de servicio y el elemento clave en los
momentos de verdad. Sin embargo, son muchos los retos que deben enfrentar para
alinear sus procesos, su tecnología y su gente con la estrategia diseñada para
competir.
De allí que, surge una nueva filosofía de gestión en las organizaciones de
servicio denominada gerencia del servicio, la cual comienza con la naturaleza de la
experiencia del cliente y crea estrategias y tácticas que maximizan la calidad de esa
experiencia, optimizando la gestión de relaciones con los clientes, procurando su
fidelización.
En este sentido, se concibe la gerencia del servicio como un proceso integral
que requiere de un decidido liderazgo por parte de los directivos de la empresa para
que sus decisiones y acciones contribuyan a que los empleados sean más efectivos
en los momentos de verdad. El liderazgo se convierte en una herramienta
fundamental para la gerencia del servicio, por cuanto permite alinear el interés de
los colaboradores con los objetivos de la organización creando una visión y unas
condiciones de trabajo atractivas generador de valor para el cliente.
En consecuencia, este artículo presenta un enfoque de gestión dinamizador para
la gerencia del servicio que le asigna al liderazgo un rol más elevado, significativo y
de mayor alcance requiriendo abandonar paradigmas tradicionales en la atención al
cliente, para acercarse a un pensamiento innovador y cambio trascendente acorde a
las nuevas exigencias del mercado.
Las compañías que ofrecen un servicio extraordinario como lo refieren Bennis,
W. y Nanus, B. (citados por Páez, C. 2005), son aquellas que aprovechan la energía
emocional y espiritual del liderazgo. El liderazgo en servicio está representado por las competencias extraordinarias que estimulan el deseo de toda la organización
para ofrecer servicios con un nivel sobresaliente.
En este sentido, para Berry (2004), el liderazgo es el factor determinante para
ofrecer altos nivles calidad en las empresas servicio. El liderazgo se convierte en
una herramienta fundamental para la gerencia del servicio, por cuanto permite
alinear el interés de los colaboradores con los objetivos de la organización creando
una visión y unas condiciones de trabajo atractivas generadoras de valor para el
cliente.
Por otra parte, Heskett, Sasser y Schlesinger citados por García (2004),
sostienen que los directivos que entregan servicio fijan estándares con sus propios
comportamientos y estilos de dirección. Por consiguiente, se convierten en un
modelo de servicio para todos los empleados, motivándoles y entregándoles los
elementos necesarios para lograr un servicio excelente.
Las compañías que ofrecen un servicio extraordinario como lo refiere Páez
(2005), son aquellas que aprovechan la energía emocional y espiritual del liderazgo.
El liderazgo en servicio está representado por las competencias extraordinarias que
estimulan el deseo de toda la organización para ofrecer servicios con un nivel
sobresaliente. Berry, L. (2004), afirma que son cuatro competencias fundamentales
que deben desarrollar las personas comprometidas con el mismo:
Por otra parte, para cultivar el potencial de liderazgo en servicio se requiere
promover a las personas indicadas, logrando que amplíen sus horizontes, ayuden a
la empresa y sean ejemplo para sus empleados en lo que a liderazgo concierne. Así
mismo, es necesario poner énfasis en la participación personal, no se debe tomar a
los empleados como simples ejecutores de las tareas de la empresa, al contrario
hay que hacerlos partícipes de todas las estrategias que sean parte del equipo y así
por medio del compromiso realizar sus labores con alto grado de servicio.
Igualmente, se debe poner énfasis en el factor confianza, cultivar el liderazgo es
tener confianza en el criterio, la capacidad y la buena fe de los empleados. La
confianza inspira sensación de pertenencia, lo cual inspira a la vez comportamientos
de liderazgo y finalmente, se debe fomentar el aprendizaje para el liderazgo,
mediante la implantación por parte de la administración de procesos de aprendizaje
continuo, para que todos los empleados en equipo sepan lo importante que es utilizarlo adecuadamente en la prestación de servicios. El líder debe facultar a los
miembros de la organización para asumir riesgos y tomar decisiones que favorezcan
la calidad de servicio que se ofrece.
Para Albrecht, K. (1997, p.19), la gerencia del servicio es considerada como “un
enfoque total de la organización que hace de la calidad del servicio, cuando la
recibe el cliente, la fuerza motriz número uno para la operación de un negocio”.
Desde este punto de vista, toda la organización debe operar como un gran
departamento de servicio para clientes. A través de la gerencia del servicio se busca
crear una cultura de servicio que haga del servicio excelente al cliente una misión
reconocida por todo el mundo en la organización.
Por otra parte, es importante destacar que las características distintivas de los
servicios reflejan implicaciones gerenciales. En primer lugar, un servicio equivale al
desarrollo de un proceso, que implica la interrelación de todos los departamentos de
la empresa, para lograr no solo el resultado prometido sino también una experiencia
valiosa para el consumidor. En segundo lugar, un servicio se vende primero y luego
se produce y consume simultáneamente.
En tercer lugar, la relación entre empleado y cliente es un componente esencial
del servicio, pues la satisfacción del cliente dependerá de su relación con un
empleado capaz de desarrollar el servicio como se había prometido al cliente. Todo
esto se vuelve más complicado cuando se introduce la visión del consumidor como
un empleado más que ejecuta una parte del proceso.
Este nuevo enfoque de la gerencia del servicio según Albrecht, K. y Zemke, R.
(1999), tiene su origen en los momentos de verdad desarrollados por Jan Carlzon
cuando asumió la presidencia de Scandinavian Airline System (SAS) en 1981, él lo
utilizó como la base para transformar SAS de un negocio impulsado por las
operaciones a una aerolínea impulsada por los clientes. Lo usó con éxito para el
entrenamiento de todo el personal de soporte y servicio enfocándolo hacia la
atención al cliente y servicio amigable.
Según Carlzon citado por Albreht, K. (1998), un momento de verdad es un
episodio en donde el cliente entra en contacto con cualquier aspecto de la
organización, por remoto que sea, y obtiene una experiencia sobre la cual se puede
formar una impresión. Hoffman, K. y Batesson, J. (2002, p. 21), refuerzan la
definición anterior al considerarlo como “la interacción entre el cliente y el prestador
de servicio, constituyéndose en la clave de las evaluaciones de la satisfacción del
cliente”. Por tanto, se considera como el momento decisivo para el cliente, quien a
partir de este encuentro está en capacidad de juzgar la calidad de servicio ofrecida
por la empresa y formarse una imagen.
En estos encuentros el cliente recibe una especie de fotografía instantánea de la
calidad de servicio que presta la organización y cada encuentro contribuye a la satisfacción general del cliente y a su disposición para hacer negocios con la
empresa una vez más. Desde el punto de vista de la organización cada encuentro
representa una oportunidad para probar su potencial como proveedor de un servicio
de calidad y para incrementar la lealtad del cliente.
Aun cuando el cliente haya sostenido varias interacciones con una empresa,
cada encuentro es importante para crear una imagen conjunta de ésta en su
memoria. Una imagen conjunta de alta calidad se logra sumando experiencias
positivas, por el contrario las interacciones negativas producirán el efecto inverso.
Por su parte, la combinación de interacciones positivas y negativas generan en el
cliente sentimientos de inseguridad sobre la calidad de la empresa, haciéndola
vulnerable ante el atractivo de la competencia.
En consecuencia, quienes realmente manejan los momentos de verdad, son los
empleados de la organización, cada empleado del servicio es un gerente, en alguna
forma, cada uno controla el resultado del momento de verdad, ejerciendo control
sobre su propio comportamiento hacia el cliente. Si los empleados son apáticos,
desagradables, hostiles, fríos, distantes o no cooperan, sus momentos de verdad
quedan arruinados y pueden conducir al descontento del cliente, pérdida de lealtad y
posible pérdida por completo del negocio con el cliente. Por el contrario si son
amables, agradables, gentiles y simpáticos, entonces los momentos de verdad brillan
y el cliente tiende a generalizar esas experiencias para toda la imagen del servicio.
El marco que sustenta este cambio de filosofía de la gerencia del servicio se
fundamenta en el triángulo de los servicios desarrollado por Karl Albrecht en la
década de los años ochenta, a través del cual se puede entender la complejidad del
proceso de prestación del servicio (Ver Figura 1).
Fuente: Albrecht, K. (1998)
En este sentido, Albrecht, K. y Zemke, R. (1999, p. 44), conceptualizan este
triángulo como “una forma de diagramar la interacción de la estrategia del servicio,
personal y sistemas, los cuales giran alrededor del cliente en una interacción
creativa para mantener un alto nivel de calidad de servicio”. Este concepto es
apoyado por Hoffman, K y Batesson, J. (2002, p. 20), por considerarlo como “el
marco que describe las relaciones entre los sistemas, la estrategia de servicio y las
personas, colocando al cliente en el centro del triángulo, interactuando con cada uno
de los grupos”. Es precisamente a través de esa interacción que se logra mantener
un alto nivel de calidad de servicio, en donde el cliente constituye el elemento más
importante del modelo y por ello se sitúa en centro del triángulo.
Uno de los vértices del triángulo lo compone la estrategia del servicio, definida
por Albrecht, K. y Zemke, R. (1999, p. 70) como “una fórmula característica para la
prestación de un servicio, inherente a una premisa de beneficio bien escogida de
valor para el cliente y establece una posición competitiva real”. Lo expresado por el
autor mencionado sugiere que la estrategia del servicio se debe diseñar para cada
empresa en particular considerando los objetivos y metas del servicio para poder
atender las necesidades particulares de su mercado, debe ser distintiva ante los
competidores, concreta y fácil de expresar y explicar al cliente.
El liderazgo en servicio genera una mentalidad de servicio dentro de la
organización, de allí que, escuchando la voz del cliente se podrán conocer sus
expectativas, lo que ocurre con el desempeño y por qué, y lo que debe hacerse para
mejorar, también es la base para establecer un rumbo estratégico global, es decir,
una estrategia de servicio que sirve de guía para el camino a seguir por todos en la
organización.
Por lo antes expuesto, el desarrollo de líderes, en todos los niveles de la
organización es esencial para convertir la estrategia en resultados. Hernez-Broome,
G. y Hughes, R (citado por Grannell, E. 2005, p. 27) refieren que en la actualidad la
mayoría de las organizaciones no necesitan de grandes líderes solitarios y
carismáticos, sino muchos líderes que sepan motivar y coordinar un enfoque de
trabajo en equipo. Bossidy, L. y Charan, R. (citados por Granell 2005), han
identificado siete conductas que tienen impacto en las acciones congruentes con la
estrategia: conocer el negocio y su gente, insistir en el realismo, definir claramente
metas y prioridades, hacer seguimiento de resultados, recompensar a quienes
hacen las cosas bien, ampliar las competencias de la gente y conocerse a sí mismo.
Por consiguiente, de la estrategia de servicio se deriva lógicamente el paquete de
servicios, es decir, la suma total de los bienes, servicios y experiencias ofrecidas al
cliente.
El papel primordial de un servicio de excelente calidad como parte de la
estrategia de servicio implica comprometerse con cuatro principios: en primer lugar,
confiabilidad, significa servicio exacto y seriedad; implica entregar lo que se
promete. En segundo lugar, sorpresa, es algo que sucede cuando se da más de lo
que se espera. En tercer lugar, recuperación, involucra ganarse nuevamente la
confianza del cliente en caso de que el servicio haya sido deficiente y finalmente, equidad los negocios se hacen en un contexto de ética, es decir, reglas iguales de
juego para el cliente y la empresa.
Por consiguiente, la filosofía de la organización debe estar incorporada en la
estrategia de servicio, la cual adquiere vida cuando coincide con los criterios de
selección de los empleados, con su capacitación y educación, con la tecnología, las
evaluaciones de desempeño y los sistemas de retribución.
Por su parte, el sistema del servicio de acuerdo con Albrecht, K. y Zemke, R.
(1999, p. 83), “es todo el mecanismo físico y procedimental a disposición del
personal oferente del servicio para satisfacer las necesidades del cliente”. Para
Hoffman, K. y Batesson, J. (2002), el sistema refleja la parte invisible para el cliente
referida a las reglas, los reglamentos y los procesos que constituyen la base de la
organización.
Aun cuando éstos resultan invisibles para el cliente tienen un efecto profundo en
la experiencia del servicio al cliente. Los sistemas determinan factores como la
comunicación, sistemas informáticos, máquinas de audio o video, escaleras
mecánicas, formatos que deben ser llenados por el cliente, políticas de la
organización, entre otros.
Sin duda, los sistemas son el principal apoyo del personal y los mismos deben
ser diseñados en función de los requerimientos del cliente. Lo anterior reafirma la
importancia de considerar el triángulo de servicios como un todo, en donde cada
una de las partes integrantes debe interactuar para lograr la satisfacción del cliente.
Asimismo, Albrecht, K. y Zemke, R. (1999), identifican cuatro sistemas principales
en la organización o subsistemas, que deben ser examinados si se desea crear una
cultura orientada al cliente.
En primer lugar, el sistema gerencial el cual abarca a los dueños, ejecutivos y
gerentes quienes toman decisiones estratégicas en el corto y largo plazo. En
segundo lugar, el sistema de reglas y regulaciones de una organización, son las
pautas para los clientes y empleados. En tercer lugar, el sistema técnico
representado por todas las herramientas físicas y técnicas utilizadas en la
organización para entregar el servicio.
En definitiva, el sistema humano, constituido por toda la gente de la organización
y la manera de interactuar entre sí, a través del trabajo en equipo, la cooperación, la
solución de problemas y el manejo de conflictos. Igualmente, el personal incluye a
los empleados de primera línea, el personal secundario que puede o no tener
contacto con el cliente, y el personal gerencial encargado de supervisar la entera
operación del servicio. En este orden de ideas, Monteferrante, (2005), manifiesta
que el papel del personal ha adquirido importancia en los últimos años por ser éste
quien maneja una proporción considerable de los momentos de verdad de cuya
actuación depende en gran medida la impresión que se lleva el cliente.
Por ello, según Zeithaml, V. y Bitner, J. (2002), los empleados del servicio deben
poseer dos cualidades complementarias. La primera, la competencia para el
servicio, basada en sus habilidades y conocimientos necesarios para realizar la
prestación del mismo. Para la segunda, la inclinación por los servicios, deben tener
interés por realizar trabajos relacionados con éste, reflejados en sus actitudes hacia
el mismo y en su orientación para atender a los clientes. Es necesario identificar las
competencias adecuadas de cada empleado según el papel que desempeña y
proveerle la formación y desarrollo continúo para lograr conductas congruentes con
la estrategia.
De manera que, una organización de servicio óptima motiva, entrena y ayuda a
ese personal que da servicio para mantenerse alerta y atender las necesidades del
cliente. Un personal de primera línea efectivo es capaz de enfocar su atención en el
cliente, adaptándose a la situación de éste, su marco de referencia y sus
necesidades. Esto lleva a un nivel de respuesta y atención ayudando al cliente a
determinar en su mente, que el servicio dado es de calidad superior.
Finalmente, el triángulo muestra el factor más importante: el cliente, es
precisamente para él que todos los otros factores existen. Todos ellos llegan a
constituir la completa experiencia del servicio del cliente, al interactuar con cada uno
de ellos. Por otra parte, al concebir el servicio como un todo, que se encadena y
actúa alrededor del cliente, se producen seis relaciones clave:
(a) Entre el cliente y la estrategia, la cual debe ser comunicada a sus clientes
con el propósito de articular las necesidades del cliente.
(b) Entre los empleados y la estrategia, ésta debe ser comunicada a los
empleados. El buen servicio debe comenzar por el nivel superior de la organización,
para lograr el compromiso de todos para ofrecer servicios de excelente calidad.
(c) Entre la consistencia de la estrategia de los servicios y los sistemas que se
elaboran para administrar las operaciones diarias. El sistema técnico debe fluir en
forma lógica de modo que facilite el encuentro de servicio para clientes y empleados
por igual.
(d) Entre los sistemas y los clientes, las interacciones con los sistemas de la
empresa deben facilitar la experiencia del servicio de los clientes.
(e) Entre los sistemas de la organización y los empleados, los sistemas y las
políticas de la empresa no deben ser obstáculos para que los empleados puedan
ofrecer un servicio de calidad.
(f) Entre el cliente y el prestador de servicio, quizás esta sea la más importante
de todas las relaciones del triángulo del servicio porque representa el momento de
la verdad en servicios en donde las promesas se cumplen o se rompen.
En síntesis, el triángulo de servicios representa los tres elementos: estrategia,
gente y sistema, los cuales giran alrededor del cliente en una interacción creativa. El mismo sugiere, que las organizaciones tienen que formular sus estrategias en
función de las necesidades y expectativas del cliente y en relación con los sistemas
físicos y administrativos utilizados por el personal para atenderlo.
Esto pone en evidencia la filosofía gerencial del servicio, centrada en el cliente
como ente fundamental de la razón de ser de la organización, sin éste el servicio no
puede existir. Además, según Bossidy, L. y Charan, R. (citados por Granell, E.
2005), se debe lograr una congruencia entre estrategia, gente y sistemas para
convertir la estrategia en acción y resultados que agreguen valor al cliente a través
de un liderazgo compartido en todos los niveles de la organización.
Los cambios acelerados en el contexto globalizado de la tecnología, los
sistemas de información, la economía así como la política, han permitido que las
organizaciones desarrollen procesos de transformación que las conduzcan a ser
competitivas y a responder con productos y servicios de calidad para satisfacer al
cliente. En consecuencia, el liderazgo actual implica desarrollar habilidades,
fomentar la creatividad y participación de todos los miembros de una empresa. De
tal manera, que el líder debe ser visionario, agente de cambio, con visión y misión
claras, integrador de equipo y sobre todo un buen comunicador.
De allí que, los líderes deben saber, así como poder transformar la cultura
organizacional dentro de una dinámica competitiva de esfuerzo, adaptación, reto y
cambio constante. En este sentido, se hace necesario precisar el sentido, alcance y
aplicación del término competitividad a la dinámica actual de las empresas.
Tal como lo expresa Siliceo, A. (1999), la competitividad es una condición de
sobrevivencia, es una forma de aprender y crecer para poder enfrentar con éxito la
vida, dentro de un proceso evolutivo de cambio, desarrollo y mejora continua.
Aunado a ello, la competitividad es una medida de satisfacción del consumidor en
un mercado globalizado, es una estrategia de sobrevivencia empresarial para el
mediano y largo plazo fundamentada según los autores en mención, en los
siguientes principios:
Así mismo, la competitividad es considerada como una estrategia y capacidad
organizacional enmarcada en valores como: la veracidad, el compromiso, la
honestidad, la lealtad, el beneficio del consumidor, de la sociedad y de la misma
empresa, para el logro de la productividad, servicio y satisfacción del cliente. En
este sentido, la competitividad es un hecho humano con sentido social.
Las empresas de servicio para poder mantenerse en un mercado cada vez más
competitivo y globalizado, deben adaptarse a nuevas tendencias gerenciales que le
permitan no solo satisfacer las necesidades y deseos de los consumidores sino que
deben llegar a superar el marco de sus expectativas. De allí que, en la actualidad
las empresas de servicio se guíen por una filosofía gerencial denominada gerencia
del servicio. Esta es concebida como un proceso integral, en el cual, la estrategia, el
sistema, la gente, y el cliente hacen parte activa para llegar a constituir la completa
experiencia del servicio al cliente.
Este nuevo enfoque de gerencia del servicio, significa darle un giro a toda la
organización y convertirla en un negocio orientado hacia el cliente. Es saber
manejar los momentos de verdad que optimicen la relación con los clientes,
procurando la fidelización de los mismos. No obstante, el mayor desafió que
enfrentan las organizaciones es convertir la estrategia en resultados. Por
consiguiente, se requiere de un decidido liderazgo en donde la gente de la
organización se encuentre alineada con su visión misión, y estrategia.
Esta congruencia exige de talentos humanos bien entrenados y capaces que
dominen sus funciones y tareas, además de una organización con procesos,
políticas, tecnología y recursos dirigidos al logro de resultados que apoyen siempre
a su gente. Asimismo, se debe disponer de todos los elementos perceptibles y
claridad en cuanto a los procedimientos, mecanismos y flujo de actividades que
faciliten la entrega del servicio.
La clave para lograr un servicio extraordinario esta en un auténtico liderazgo en
todos los niveles de la organización, fundamentado en la motivación y la
comunicación en todas sus vertientes. El objetivo principal de la gerencia radica en
establecer un mejoramiento constante del servicio, la creación de valor para el
cliente, y con ello derivar en ventajas competitivas sustanciales y sostenibles.
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