Apuntes para una educación
valorizadora

Extracto de su libro: Herrera. Jesús Antonio (2008) Educación y Responsabilidad
Social. Editorial Pió Tamayo. Venezuela.


Recepción: Marzo 2017

Aceptado: Octubre 2017



Herrera, Jesús A
Licenciado en Comunicación Social, Abogado y MSc. Derecho Público. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Titular de Derecho y de Ética Aplicada y Política de la Universidad “Dr. José Gregorio Hernández”. Premio Nacional de Literatura.
jherrera@ujgh.edu.ve, Maracaibo, Venezuela.



 

INTRODUCCIÓN


Desde hace algunos años, se han venido publicando una serie de trabajos en torno a la Educación Valorizadora, propuesta que ha tenido ocasión de presentar en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador - Instituto Pedagógico de Barquisimeto “Dr. Luís Beltrán Prieto Figueroa”; en la UPEL- Núcleo Zulia; y en la Universidad “Dr. José Gregorio Hernández” de Maracaibo, entre otras instituciones educativas venezolanas, como modelo de formación en valores. En 2008 se publica el libro Educación y Responsabilidad Social y actualmente se realizan actividades académicas y de extensión comunitaria con fundamento en los aspectos señalados.


EN EL CAMINO CORRECTO


La experiencia luminosa plasmada en los esfuerzos de la Universidad “Dr. José Gregorio Hernández”, desde su fundación, hace siete años, permiten incorporar nuevos actores a la Educación Valorizadora.

Es posible programar los pasos característicos de lo que ocurre en la mente del individuo, para lo cual se requiere una mediación comprometida con la administración de los estímulos y la tarea de monitorear los métodos y procedimientos que debe seguir el estudiante en su aprendizaje.

Sin dejar de lado la buena voluntad, porque, como alguna vez dijo San Pío de Pietralcina, “el docente debe ser el canal a través del cual el alumno vaya dejando salir de su corazón y de su inteligencia lo mejor y nunca deberá ser obstáculo en el desarrollo de quienes le escuchan. Un buen alfarero hasta de la tierra más arisca saca obras de arte. El que no sabe o aborrece este oficio, de la mejor masa compone monstruos”.

Aunque se defina de mil maneras, la educación es un acto de entrega que está asociado a una convicción íntima: la esperanza de lograr una identificación plena y la superación de un espacio de soledad que se asume en nombre de la vida. Tiene mucho que ver con el afecto, con la necesidad de aferrarse a la sociedad, a la cultura, es decir, a la persona en la dimensión de sus necesidades y de sus sueños.

No se puede ser educador si no se obtiene una satisfacción profunda cada vez que un alumno repite o razona con nosotros, supera la visión que le entregamos o abre nuevos espacios con base en aquellos elementos que se le proporcionan.

No pueden llamarse educadores si la tolerancia y la comprensión no guían sus pasos y actúan con agresividad ante un problema legítimo; o adoptan una posición de superioridad frente a quien aún no conoce o solicita su ayuda.


Nos aproximamos a esta actividad creadora de muchas maneras y si existe alguna coincidencia en ellas es precisamente la que nos convence que es una razón para continuar e implica algunos niveles:


  1. El escenario inicial debe ser internalizado holísticamente. Cada una de sus partes, de sus signos de vitalidad, nos permite planificar y definir estrategias. Nunca se repite: cada grupo, cada especialidad, constituyen una realidad única, orientación clave de la sinergia.

  2. La actitud correcta: autenticidad y corrección en un clima de cordialidad y alegría. Nada más negativo que la arrogancia o la descalificación, en nombre de un conocimiento o verdad que poseeríamos. Es frecuente identificar al educador que incurre en un gravísimo error que se traduce en incumplimiento de los objetivos y pérdida del respeto: cuando se queja hasta de la propia vida sin justificación; cuando cuestiona todo cuanto le rodea sin dejar espacio a la posibilidad del cambio; cuando no puede controlar el mal genio o la tendencia al llamado cuento de doble sentido; cuando insiste en ser el eje en torno del cual gira la humanidad.

  3. La presencia… el instante: el educador es un modelo y, en consecuencia, todo tendría que estar en su exacta ubicación. 2. La palabra adecuada, la vestimenta que corresponda, la información de actualidad que se asocia al contenido programático, el conocimiento de la tecnología. 3. La imagen… la fe: creer en todo cuanto se afirme y fundamentarlo en la propia vida. Jamás se podría engañar a un grupo que observa, que escucha, que analiza. No podría hablarse afirmativamente de algo que no se pueda representar o en lo cual no se crea.

  4. Propósitos: siempre existen para quienes respetan su trabajo. Un educador debe ser un soñador. Un humanista convencido que la persona es un proyecto en ejecución que debe ser enriquecido permanentemente. Crezco en la medida que hago crecer; evoluciono cada vez que proporciono razones para la edificación.

  5. Tolerancia y grandeza de alma: ser responsables de una tarea inmensa. Ella siempre estará inconclusa y supone una articulación de voluntades y gestiones que no siempre tienen resultados favorables. Si se debe recomenzar, transferir, cambiar criterios gerenciales, obviamente se tendrá que tolerar, aceptar con reservas, perdonar. Al fin y al cabo somos los mismos arrieros del camino.

  6. La generosidad: dar sin esperar nada a cambio; entregar todo cuanto se pueda, en todos los órdenes. Unas veces será la mano extendida, la palabra de hondo pesar, la sonrisa ante el gesto gentil. El estímulo de esta naturaleza obra más allá de la racionalidad. La mirada limpia se vuelve poesía en los ojos de quienes nos aceptan.

EL DOCENTE NECESARIO


En las universidades se necesita un docente líder, capaz de permanecer en la vanguardia y hacer de las casas de estudios una referencia fundamental en Venezuela. Porque ese es el objetivo: destacarse en términos de excelencia, de logros, de valores, de principios. Están obligados a ser diferentes, a ser los mejores.

Los fundadores de la UJGH, por ejemplo, siempre han expresado su interés en lograr que las acciones de todo orden estén en estrecha vinculación con el estudiantado, lo cual supone relaciones horizontales, comprensión y tolerancia. No se puede incurrir en el error del aislamiento, en el sentido de rodearse de argumentaciones académicas incomprensibles: el diálogo se vuelve monólogo y éste soliloquio. El tiempo se va en repeticiones que no llegan, dejan de lado el presente y el futuro; la esperanza desaparece de los horizontes que se abren.


La teoría educativa ofrece diferentes ángulos para el abordaje. Senge (1991) logra determinar lo que se llama la disposición de un líder:


  1. Ejercicio de un aprendizaje generador: un educador vale más por la capacidad de aprender que por lo que sabe.

  2. Por ello, el aprendizaje es la base para expandir y aplicar la aptitud creadora en múltiples escenarios.


  3. Fomento de una visión compartida: es necesario que las autoridades y los estudiantes conozcan lo que estamos haciendo, los procesos, los planes.

  4. Sustituir la tensión emocional por tensión creativa: dejar de lado la agresividad, la prepotencia.

  5. La creatividad, en este contexto, equivale a la brecha que existe entre la visión y la realidad.


  6. Aprender a usar los recursos subconscientes: eso permite asumir la complejidad. La intuición es tan importante como la razón para ejercer la capacidad de aprendizaje. La sinergia entre la razón y la intuición ha sido la clave de los grandes pensadores y de las grandes soluciones.

  7. Un educador hace presencia en todos los espacios de la UJGH para visionar.


  8. Amar la verdad: ni se consigue de una vez para siempre, ni se construye cada vez que interesa colocarla al lado de los propios intereses o convicciones; nadie la posee. La certeza inconmovible nos hace sentir en una “zona cómoda” pero también nos hace vulnerables ante los continuos cambios de escenario. La curiosidad y la búsqueda se entierran bajo la creencia de “yo sé la respuesta”.

  9. Ejercer la apertura: esta es habilidad y praxis. No puede haber respuesta correcta ante la turbulencia del entorno. Es en paz, valor que debemos trabajar seriamente, como debemos edificar un país. 7. Esclarecer unos valores y precisar una misión: una gestión educativa, cualquiera que sea su naturaleza, no puede presentarse con base en argumentos repetitivos, donde adicionalmente se ofende a todo aquel que tenga unas definiciones diferentes.

  10. La visión es la imagen de lo que buscamos; los valores responden a la manera de actuar y a las creencias que nos impulsan. No se puede estar en la Universidad “Dr. José Gregorio Hernández” sin un criterio ético en todos los sentidos. 8. Asumir ampliamente un compromiso: para identificarse con lo que se hace y proyectar una imagen positiva, a los fines de lograr que los estudiantes, que los trabajadores, hagan lo mismo. Los docentes deben ser mediadores, eslabones, herramientas para dar pasos de avance.


  11. Integrar diálogo-discusión: para que la toma de decisiones sea la adecuada. Es útil cuando se logra un nivel de respetabilidad y seriedad suficientes para obtener nuevas visiones. La exploración de lo complejo requiere de otros actores. Eso también evita la conflictividad recurrente y el cambio de rumbo por razones que nada tienen que ver con la factibilidad.

  12. Por otra parte, supone la materialización de una de las fuentes básicas de inspiración de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.


  13. La rutina defensiva para evitar cambios y seguir manteniendo lo que nos corresponde: esto impide las transformaciones organizacionales, la adecuación conforme a las condiciones generales de todo orden.

  14. Asumir un pensamiento sistémico: en la UJGH no se puede improvisar.

  15. Se requiere ver más las interrelaciones que las cadenas lineales de causa-efecto y, además, es más conveniente ver los procesos de cambio que las fotografías de situaciones. Todo esto equivale a una percepción holística de la realidad.


  16. Balancear la vida personal, familiar, profesional, social y espiritual: hay que ser coherente en la visión y en el comportamiento personal para potenciar el desarrollo institucional.

  17. La universidad es sueño y compromiso de todos.